Apenas un día después de alcanzar la gloria olímpica con ocho medallas de oro, Michael Phelps sigue disfrutando de su éxito. Ayer, sin borrar la sonrisa de la boca que se le dibujó tras el octavo triunfo, se entregó a los compromisos de sus patrocinadores, el primero, con McDonald´s. El superdotado nadador estadounidense, en sus labores de embajador global de un programa infantil organizado por la cadena de comida rápida que ha llevado a los Juegos a 200 niños de 40 países, se presentó en el establecimiento de la Villa Olímpica y, ante un enjambre de cazautógrafos y fotógrafos, se llevó al estómago el típico menú de la cadena. No parece la dieta ideal de un deportista de élite, pero Phelps suele ingerir, entre platos de pasta, huevos y pizzas, la nada despreciable cifra de 12.000 calorías al día.

Tras pasar la tarde en el fast food, llegó el turno de agradecer el patrocinio y, sobre todo, la prima especial de un millón de dólares prometida por igualar los siete oros de Mark Spitz, a la firma de ropa deportiva que viste sus proezas. En una comida informal organizada por Speedo al estilo de las populares barbacoas yanquis, y a la que asistieron todos los miembros del equipo olímpico estadounidense de natación, el campeón realizó una nueva exhibición de la musculatura del torso que más medallas de oro (14) ha portado en la historia de los Juegos.

La hazaña olímpica ha convertido a Phelps en un icono de alcance global, pero también en un rey Midas de la publicidad. Espónsores como Visa, la marca de relojes Omega y la firma de telefonía móvil AT&T han previsto también sus particulares celebraciones por el triunfo del nadador. Y llamando a la puerta deben estar otras tantas firmas. Solo hay que pensar en que apenas unos minutos después de lograr el octavo oro, la cadena de televisión estadounidense NBC ya estaba anunciando y vendiendo un DVD con su gesta.