Roman Polanski, de 76 años, dejó ayer la cárcel suiza en la que estaba recluido desde hace dos meses por una petición de extradición de EEUU y se ha trasladado a su chalet de la estación alpina de Gstaad (Suiza), donde permanecerá en arresto domiciliario hasta que se resuelva el asunto judicial. El circo mediático que se ha montado entorno al famoso recluso --decenas de paparazis de todo el mundo han tomado posiciones en las cercanías de la mansión, que solo tiene una valla de madera de apenas un metro para preservar la intimidad de los moradores-- ha obligado a reforzar los servicios de seguridad.

Hasta ayer, la familia Polanski no había necesitado subir muros para protegerse de las miradas indiscretas, lo que en este momento empieza a preocuparles. Los fotógrafos han sido invitados a abandonar la zona por un guardia jurado que les transmitió un mensaje del cineasta: "El señor Polanski y su familia me han pedido que les diga que no sirve de nada que esperen, que no va a salir".

FOTOS A LA MUJER Y UN HIJO Pero, la insistencia de los paparazis, que incluso habían alquilado un helicóptero para sobrevolar la casa, tuvo como recompensa una imagen de la esposa del director, la actriz Emmanuelle Seigner, hablando con un móvil a través de los cristales de la ventana. También retrataron al hijo pequeño de la pareja, Elvis, de 11 años, charlando con una guardia de seguridad que sostenía un gran perro. Emmanuel y sus dos hijos, Morgane, de 16 años, y Elvis, viajaron el jueves a Gstaad, por la noche y de forma discreta, para esperar la llegada del cineasta.

Polanski, que consiguió el oscar en el 2002 por El Pianista, se ha beneficiado del arresto domiciliario tras pagar una fianza de tres millones de euros. El realizador fue arrestado el pasado 26 de septiembre a petición de Estados Unidos, nada más aterrizar en Suiza, a donde había viajado para recibir un premio a toda su carrera en un festival de cine.

El origen del conflicto judicial se remonta a 1978. El cineasta se declaró culpable de haber mantenido relaciones sexuales con una menor en EEUU, pero huyó del país en víspera de conocerse la sentencia porque creyó que el juez rechazaría su alegato de defensa y le impondría una condena de 50 años. De nada han servido que la víctima haya manifestado que perdona al cineasta, deseando olvidar el asunto. La justicia insiste en sentarlo en el banquillo de los acusados.

Mientras las autoridades suizas deciden sobre la extradición, Polanski permanecerá recluido en su chalet, con una pulsera de control carcelario para vigilar sus movimientos. El departamento de Justicia suizo ha informado que en la casa se ha activado un dispositivo electrónico que dará la alerta en caso de que haya una tentativa de fuga o de que el cineasta intente quitarse la pulsera que lleva en el tobillo.