Algunos los llaman peticiones sofisticadas; otros, directamente manías. Siempre ha habido estrella de la música con extrañas exigencias, pero parece que el divismo ha regresado con fuerza a los camerinos. Madonna ha vuelto al ataque en su nueva gira mundial y reclama 25 cajas de agua de la Kabbalah. Sin olvidar demandas más convencionales como 24 cajas de fresas y el exclusivo té de Yorkshire.

Que la reina del pop tenga sus exigencias más o menos razonables quizá se puede esperar, pero no es la única en este negocio que pide de todo. Las recién casadas Mariah Carey y Beyoncé son de costumbres fijas. En el camerino de la primera no puede faltar champán Cristal (a un precio medio de 300 euros la botella), un servicio de té para ocho personas, un bote de miel, dos purificadores de aire y agua mineral en abundancia, ya que tanto ella como su mascota se bañan en ella. Beyoncé, sin embargo, es mucho menos sibarita en sus peticiones. Antes de sus conciertos solo pide pollo asado. Eso sí, no apto para estómagos delicados: debe estar adobado con ajo, pimienta negra y guindillas.

Para contrarrestar la fama de devoradora de fast-food , Christina Aguilera envía a su ayudante a la tienda dietética más cercana para comprar suplementos vitamínicos y productos naturales como equinácea, queso de soja y barritas energéticas. En cambio, Britney Spears prefiere las bolsas de Doritos. Quizás si quiere volver a la primera línea deba replantear su dieta.

FRUTA CON FONDO BLANCO Jennifer López es del club de las demandas infinitas. Mango, uvas verdes sin pepitas, piña, papaya, melón dulce y sandía. Pero de nada sirve la fruta fresca si la habitación no está totalmente decorada en blanco, desde las flores hasta las cortinas pasando por las imprescindibles velas aromáticas. Lo mismo para un concierto que para dar a luz. Tanto misticismo contrasta sobre todo con las demandas de la cantante Amy Winehouse. La británica solo pide cerveza, vodka y dos guardaespaldas "competentes y sobrios".

Pero no son solo ellas las exigentes. Lenny Kravitz exige 24 toallas de tamaño grande, blancas y recién lavadas, y Ricky Martin, un equipo de ocho masajistas exclusivo para él.