La intensa agenda de la reina Rania de Jordania se paró de golpe, inesperadamente, cuando ayer entró en el Hospital de Nueva York para ser sometida a una intervención de corazón, que se saldó con éxito. Según un portavoz del Palacio Real jordano, fue para corregir un problema de un ritmo cardiaco irregular. Nadie habría sospechado que la esposa del rey Abdalá, que había cumplido 40 años el 31 de agosto, tenía el corazón enfermo, y menos aún que debía ser operada por ello. Había lucido radiante en los últimos actos públicos a los que había acudido, todos ellos en Nueva York.

En su cuenta de Twitter, donde desgrana su día a día, la reina no mencionó su ingreso. Ayer, su portavoz habló por ella en un comunicado: "La intervención, un cateterismo, se ha desarrollado sin problemas y su majestad se encuentra en buen estado". El texto añade que la reina pasará dos noches en el hospital y volverá a Jordania esta semana.

ANESTESIA TOTAL No hay más información sobre la intervención, aunque todo apunta a una anestesia total. A través de una sonda, probablemente introducida a través de la ingle para que la marca no quede a la vista (también se hacen a través del brazo), los cirujanos llegaron al corazón. ¿Le colocaron un marcapasos para evitar futuras alteraciones del ritmo cardiaco? ¿Le transmitieron una corriente eléctrica al corazón a través de una sonda? El mutismo médico es total.

Rania llevaba unos días en la ciudad de los rascacielos, adonde había acudido para acompañar a su marido a la Asamblea General de la ONU. También estuvo en la Iniciativa Global Clinton, un encuentro organizado por el expresidente de EEUU que pretende buscar soluciones a los grandes problemas del planeta. Tres días antes, ella misma había sido la anfitriona de la Cena para Mujeres, cuyo fin es mejorar las condiciones de vida de las niñas y las mujeres de todo el mundo.