Con el equipaje naranja que caracteriza al tripulante 18, o lo que es lo mismo, el navegante de honor, Juan Carlos se embarcó ayer en el Desafío Español, en la que fue su tercera presencia en una regata con el equipo de Agustín Zulueta. Horas antes, muy temprano, desayunó con Sofía para celebrar que hacía 45 años que se unieron como esposos ante dos altares en Atenas.

El Rey llegó a la base del Desafío en el puerto de Valencia a las 11.45 horas y allí fue recibido por Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, y Rita Barber , alcaldesa de Valencia, entre otras autoridades. Juan Carlos llegó vestido con un traje de chaqueta que pronto sustituyó por la equipación naranja que le distinguía del resto de la tripulación, que ayer debutaba en las semifinales ante el Emirates Team New Zealand.

Tras saludar al equipo y, después de que el grinder italiano Carlo Castellano le presentara al toro Ricardo --la mascota del equipo--, Juan Carlos afirmó que estaba muy emocionado de navegar con el Desafío y dio ánimos a la tripulación. La tarde, sin embargo, acabó con la victoria del Emirates New Zealand.

Juan Carlos no fue el único miembro de la realeza que se paseó ayer por Valencia. El príncipe Alberto de Mónaco, que el fin de semana lo dedicó a inaugurar una exposición internacional de flores en Montecarlo, disfrutó en el puerto de la Copa América de otro de sus hobbies: la náutica.

TESTIGO EN PRIMERA LINEA A bordo de un pequeño bote con bandera española y parapetado con visera y gafas de sol, el regente de la corona monegasca fue testigo de las semifinales del día y presenció en el campo de regatas norte de La Malvarrosa la pugna entre el Desafío Español con el Emirates Team New Zealand y la del Luna Rossa con el BMW-Oracle.