"Me gustan los papeles dramáticos. Los cómicos de verdad siempre hemos servido para todo". En la que probablemente fue su última entrevista, en La Razón, Juanito Navarro lo decía bien claro. De eso puedo dar fe: un actor de comedia es capaz de hacer drama con una capacidad que para sí quisieran los actores trágicos. Ejemplos hay a manta: Tom Hanks, Bill Murray, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o recientemente Carlos Areces en Balada triste de trompeta son tránsfugas de la comedia al drama con una eficacia descomunal.

A veces, estos grandes cómicos no tienen oportunidad de demostrar su valía en personajes que no hacen reír pero casi mejor, porque si puedes provocar la carcajada al espectador, para qué vas a andar con cosas más serias. No hay necesidad, porque si se te da bien algo, para qué cambiar. Encasillamiento es una palabra con connotaciones demasiado negativas, como si un maestro panadero necesitara preparar un bacalao al pil-pil para demostrar su valía. Si haces bien pan, haz pan y déjate de tonterías.

SELECCION DEL HUMOR Una de mis fotografías favoritas de siempre es la de la selección española del humor. En esa estampa, probablemente realizada a mediados de los 80, nuestros humoristas más punteros de la época posaban como un equipo de fútbol, vestidos con el equipamiento de la selección. En esa foto estaban todos: Tip y Coll, Martes y Trece (cuando eran tres), Fernando Esteso, Raúl Sénder, Eloy Arenas, Lusson, Doña Croqueta y por supuesto Juanito Navarro. Me parece una foto equiparable a la de Luis Buñuel con Cukor, Hitchcock y demás directores exitosos y talentosos de Hollywood. Mucho productor de carcajadas junto, con una acumulación de guasa inigualable.

En una época en que los esnobs se han inventado una etiqueta llamada humor inteligente que sirve para mirar por encima del hombro a quienes le ríen las gracias a los Morancos o a Manolito Royo, me parece que hay que reivindicar un humor sin tipologías. Para mí hay dos humores: el que hace reír y el que no. Evidentemente el primero vale y el otro no sirve para nada.

Que la risa tenga calidad, que te ríes mejor con una cosa que con otra me parece de un elitismo patético. Da igual la carcajada producida por los Monty Python o por Jaimito Borromeo, por Muchachada Nui o por Jordi LP. Es risa, ¿no? Pues eso es lo que cuenta. El humor inteligente existe sólo para los que quieren sentirse más listos por reírse con Oscar Wilde en vez de con El Jueves. Y lo bueno de la risa es que no te preparas para reír, no se rumia, aflora cuando menos te los esperas. Es una de las cualidades más auténticas que tenemos los humanos.

Una risa no engaña. Un actor o guionista de comedia está demasiado habituado a oír el latiguillo "es una mierda pero te ríes". ¿Qué esperabas? ¿Llorar? ¿Pasar miedo? Si te ríes, funciona, así de claro. Los cómicos somos muy prácticos y resolutivos en ese aspecto. Sabemos que hemos hecho bien nuestro trabajo si en el patio de butacas hay risas, alborozo y despiporre. Entonces, sí, misión cumplida.

MUY COMPLICADO Juanito Navarro hizo reír mucho. Y los que nos dedicamos a hacer comedia sabemos lo complicado que es esto. Conocía bien los mecanismos para hacer feliz al público, cosa que parece fruto de la espontaneidad y de la ocurrencia del momento pero es una ciencia como la copa de un pino: requiere experiencia, mucha práctica y haberse pateado muchos teatros para saber esa cosa tan abstracta que es intuir lo que hace gracia a la gente. Para pasar de la revista a la televisión, de una función con media entrada a programas de audiencia multimillonaria hace falta mucho desparpajo y mucho buen hacer.