Tenía unos inmensos ojos verdes que la convertían en una de las actrices más atractivas de la época. Romy Schneider (foto), la inolvidable Sissi, hubiera cumplido 70 años el 23 de septiembre si no hubiera caído en una espiral autodestructiva que la condujo a la muerte a los 43 años, tras ser incapaz de superar la desaparición de su hijo David, de 14 años, que murió al quedar atravesado en las rejas de un jardín. Romy, nacida en Viena, inició su carrera en Alemania, donde rodó 18 películas antes de emigrar a Francia y vivir su amor con Alain Delon. Ahora, Alemania se ha reconciliado con la actriz y ha organizado una avalancha de homenajes, películas, libros y exposiciones que coinciden con el 70º aniversario de la estrella. El museo Opelvillen de Rüsselsheim dedica a Schneider una muestra con 130 retratos. Tampoco faltan los libros, como es el caso de la biografía de Jürgen Trimborn titulada Romy y su familia.