Con una ovación cerrada y el público puesto en pie. Así ha pasado la escocesa Susan Boyle, a la final del concurso El Reino Unido tiene talento . En su actuación el pasado domingo por la noche, la nueva y más improbable estrella de los últimos tiempos demostró ante 11 millones de telespectadores, tener unos nervios de acero y una voz deliciosa.

Boyle interpretó el tema Memory , del musical Cats , sin fallar una nota y dando la impresión de estar absolutamente en su salsa. A los 48 años, aquel aspecto de matrona entrada en carnes, la cabellera en pie de guerra y el traje sacado del baúl de los recuerdos, con que se dio a conocer en su debut, había sufrido algunos mínimos retoques. Las pobladas cejas de leñador estaban ahora correctamente depiladas, los rizos rebeldes habían encontrado su sitio y el traje de color marrón oscuro, con pedrería, afinaba su silueta. Pero en esencia era la misma Susan del pueblo de West Lothian, que hasta hace poco cantaba en el coro de la Iglesia y estaba en el paro.

Tras ganar el voto del público, la escocesa se contoneó de gusto, lanzando sin recato besos al jurado. Cuando los presentadores del show , el dúo Ant y Dec, le preguntaron cómo había afrontado la presión de la fama, se rió en sus barbas. "¿Qué presión? He disfrutado mucho, he disfrutado cada segundo. Lo volvería a hacer", respondió.

La cantante debe prepararse ahora para la gran final, que tendrá lugar el próximo sábado. El ganador se llevará un premio de 113.583 euros y tendrá la oportunidad de actuar en el Royal Variety show , el espectáculo que cada año preside la familia real británica, desde 1921.

LA TRAMPA DEL ANCIANO Si la televisión ha traído la fortuna a Boyle, puede en cambio ser la ruina de otro concursante. Fred Bowers, un abuelo de 73 años, que dejó atónita a la audiencia con sus acrobacias y habilidades como breakdancer , va tener que dar algunas explicaciones. Bower ha demostrado tener la agilidad de un felino, pero está cobrando una pensión de minusvalía y el derecho a utilizar gratuitamente un automóvil. Según alegó en su día a los servicios sociales, el anciano sufre un daño irreparable en la pierna izquierda. Vestido con una camiseta a rayas, unos llamativos pantalones rojos y unas zapatillas deportivas, las volteretas que dio ante las cámaras del programa no eran precisamente las de alguien cojo.