Justo ahora se cumple una década de su arrollador debut discográfico, pero, con solo 25 años de edad, Tamara no está para celebraciones nostálgicas. Vive el presente, con nuevo disco (Amores ) y nuevo sonido (resultado de su encuentro musical con Kike Santander). Y piensa ya en el futuro: "Si nada se tuerce, dentro de unos meses nos vamos toda la familia a vivir a Miami para trabajar como es debido el mercado americano. Al menos unos añitos", afirma.

Al encuentro con este periodista llegó con su asistente de toda la vida y su hija Daniela, de tres años. "Estos días, con la promoción, casi no he podido verla y ella ha insistido tanto en venir que no he podido decirle que no", cuenta Tamara. Tiene también un hijo de 8 meses (Leandro) y sigue casada con Daniel Roque. Residen en Gavà (Barcelona) desde hace más de seis años, pero conoce bien Miami. Allí ha grabado su último disco. Y los tres primeros, cuando llevaba la batuta el fallecido Bebu Silvetti. "Con él tenía una conexión muy especial, algo que solo he vuelto a sentir ahora junto a Kike Santander. Se ha convertido en alguien muy importante para mí, no solo en lo profesional", afirma.

La cantante se anticipó en sus inicios a la actual moda de los discos de versiones, pero en Amores (como el anterior) canta canciones compuestas para ella. "Yo siempre voy al contrario", dice riendo. Sin dejar los boleros, este es su disco más pop, con algún guiño aflamencado. Nunca se ha planteado dejar de cantar. Y si se le pregunta si ve a Shaila Dúrcal como rival responde: "¡Para nada! Nos queremos un montón. La conozco desde que vivía su madre, que me encantaba".