Allá por 1355, un fraile jerónimo llamado Vasco Martins decidió fundar un pequeño monasterio en las montañas lusas entre Sintra y Cascais. Entre otras bellezas naturales, debió llamar su atención la Penha Longa, una gran roca que domina el paisaje en un pequeño valle de pinos, encinas, robles y madroños. Las comunidades monacales siempre tuvieron fama de escoger lugares envidiables para emplazarse. Y este frondoso bosque no lo es menos. Dos siglos después, la familia real portuguesa transformó el convento en palacio de verano por el particular microclima de la zona. Y ya en el siglo XXI, este parque natural está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y alberga en su corazón dos campos de golf y el hotel de cinco estrellas Penha Longa, regentado por la selecta cadena Ritz-Carlton, que ha sabido restaurar y conservar, junto al moderno edificio central, todas las construcciones históricas situadas en esta vasta propiedad de más de 200 hectáreas.

A menos de dos horas en coche de la frontera extremeña, el Parque Natural de Sintra es el corazón de un triángulo mágico. En menos de 20 minutos al volante se puede disfrutar de la espectacular playa de Guincho o del cabo más occidental de Europa (Da Roca), degustar el mejor pescado del día en Cascais, deleitarse con un paseo por el inigualable barrio lisboeta de Alfama, pasar una tarde de cuento de hadas en el Palacio da Pena, jugar unas monedas en el Casino de Estoril y tomar unas patatas bravas made in Sergi Arola y saborear una noche chill out en el local que el chef español ha abierto en el Hotel Penha Longa.

Un microcosmos

Pero adentrarse en el Parque Nacional de Sintra-Cascais y en el Hotel Penha Longa, a 25 kilómetros de Lisboa, ya representa un viaje en sí mismo. Un microcosmos para el relax, la cultura, el senderismo, la bici o el disfrute de la mejor gastronomía. Olvidarse de la crisis durante un fin de semana tiene su coste: unos 360 euros la habitación para dos personas durante, por ejemplo, dos noches el primer fin de semana de septiembre.

La gastronomía es punto y aparte y, en sí misma, merece un viaje: el Hotel Penha Longa oferta cinco cuidados e irresistibles restaurantes para satisfacer a todos los paladares. Los más genuinos sabores portugueses servidos con un toque de sofisticación internacional están en Assamassa . La mejor cocina japonesa de Portugal también se sirve en las mesas de este hotel, concretamente en el restaurante Midori . Si se quiere comer con unas vistas espectaculares sobre el campo de golf está el Hole in one . Los pescados, mariscos y carnes en un ambiente informal se pueden encontrar en Serra , junto a las piscinas exterior y climatizada.

Y, por fin, Arola , con las mejores creaciones del restaurador español. Cada vez más de moda en la zona, gentes de Lisboa y alrededores se desplazan al local para sumergirse en tapas y platos de vanguardia, respetando las tradiciones mediterránea y atlántica, a precios muy razonables. En el mismo establecimiento, exquisitamente decorado, la cocina convive con sesiones de chill out con dj propio. Comida con vino y mojito al final puede salir por 55 euros por persona.

Para el relax, el spa de la cadena asiática Six Senses . Su jardin zen invita a la meditación y la charla, arropados por un té, tras un masaje con óleos aromáticos, un baño turco y una sesión de jacuzzi y piscina fría.

Las habitaciones son otro pequeño universo. La diferencia está en los detalles: todas disponen de un Ipod cargado de música con altavoces --que incluso pueden preparar para que tu grupo favorito suena cuando entras--, una máquina Nespresso con distintos tipos de café, pastas típicas portuguesas, ocasionalmente queso de Aceitao y un set de amenities de Bulgari.

En total, 150 habitaciones deluxe , 27 habitaciones premium , 14 suites executive , 2 suites presidenciales y una suite imperial .

Una experiencia para los sentidos.