Irak vivió ayer el atentado más mortífero de la era postSadam. Un suicida hizo estallar un potente coche bomba en una plaza muy concurrida de Hilla, ciudad de población mayoritariamente shií, situada a unos 100 kilómetros al sur de Bagdad. La fuerte explosión mató al menos a 125 personas y dejó heridas a cerca de 130. Toda una carnicería. El atentado se cometió un día después de que las autoridades iraquís anunciaran la detención de uno de los hermanastros de Sadam Husein y en plena negociación de las principales fuerzas políticas iraquís para formar Gobierno, tras las elecciones legislativas que la alianza shií ganó hace casi un mes.

El brutal atentado tuvo lugar pasadas las nueve de la mañana (hora local) junto a un centro médico y un mercado popular de pequeñas tiendas levantadas a pie de calle. En el momento de la fuerte explosión, un nutrido grupo de personas esperaba en fila su turno para hacerse una revisión médica y obtener así el certificado para acceder a un puesto de trabajo en la Administración pública. El director del Hospital Central de Hilla, el doctor Mohamed Dia, dijo ayer que la mayoría de fallecidos fueron hombres que optaban a ingresar en el cuerpo de policía y de la Guardia Nacional iraquí.

OBUSES DE MORTERO Y TNT El vehículo del suicida estaba cargado con varias decenas de kilos de TNT y un buen número de obuses de mortero, según aseguró la policía. Un testigo de la tragedia dijo a la agencia Reuters que vio cómo dos hombres llegaron en el coche bomba. Uno de ellos descendió del vehículo y antes de alejarse estrechó la mano y besó al suicida, que detonó la carga explosiva poco después. "Hemos encontrado las manos del kamikaze sujetas al volante del coche bomba y un ejemplar quemado del Corán entre los restos del vehículo", dijo a la agencia AFP uno de los bomberos que auxilió a las víctimas.

El lugar del atentado quedó regado de cadáveres mutilados y de decenas de heridos, que fueron trasladados a los dos hospitales de la ciudad en ambulancias, furgonetas y coches particulares. Los recintos hospitalarios se colapsaron pronto. A Hilla, ciudad de medio millón de habitantes, se desplazaron una treintena de médicos de zonas cercanas para apoyar a los equipos sanitarios, que no daban abasto. La policía dijo ayer que había detenido a "varias personas" relacionadas con el atentado.

"Estaba esperando en la cola del mercado y vi cómo un Mitsubishi vino lentamente hacía nosotros", explicó Amir Hasan, uno de los heridos, a Reuters. "Entonces, de repente apareció una enorme bola de fuego. Cuando abrí los ojos otra vez, estaba en el hospital".

Casi a la misma hora, en la localidad de Musayib, situada a 30 kilómetros al norte de Hilla, otro coche estalló junto a un control policial y mató a un agente. La violencia se cobró ayer también la vida de un civil en Baquba, dos policías en Bagdad y tres soldados iraquís en Samarra. El atentado de Hilla es el más sangriento de los cometidos en Irak por la insurgencia desde la invasión anglo-estadounidense, hace casi dos años.