Más de un cuarto de millón de hombres, entre policías, soldados iraquís y militares de la fuerza multinacional, velarán por la seguridad de Irak en la jornada electoral que se celebrará el próximo domingo. Será una misión ardua en un país que vive sumido en el caos y la violencia, en el que cada día mueren decenas de personas. A estas alturas, al final de una campaña electoral especialmente sangrienta, no es fácil contabilizar la cifra diaria de muertos.

El Gobierno interino del primer ministro Iyad Alaui tiene previsto reforzar este impresionante dispositivo de seguridad con dos batallones más de soldados iraquís, unos 2.500 hombres. Además de proteger las calles y los centros de voto, las autoridades han previsto destinar a cerca de 10.000 policías y soldados para que vigilen los yacimientos petrolíferos del norte del país.

PEQUEÑAS BASES OPERATIVAS En Bagdad, las tropas de EEUU han situado pequeñas bases operativas en puntos de la ciudad, donde unidades armadas de acción rápida, apoyadas por helicópteros Apache, están preparadas para acudirán en ayuda de las fuerzas iraquís, encargadas de custodiar los centros de voto.

Ayer, la comisión electoral empezó a distribuir urnas en algunos centros de voto. En otros no se realizará la operación hasta el mismo día de los comicios, como medida de seguridad. Ayer se registraron combates en pleno centro de Bagdad, en la calle Haifa, conocida por ser un bastión del dictador Sadam Husein.

ACTIVIDAD INSURGENTE Pero gran parte de la actividad de los insurgentes se concentró al norte de la capital, en la zona que limitan las ciudades de Ramadi, Baquba y Samarra. En esta última hubo dos ataques suicidas. El blanco del primer coche bomba fue una patrulla de policía, a su paso por un centro de voto, y el segundo estalló pocos minutos después cerca de un hospital. Los muertos fueron al menos diez, la mayoría miembros de las fuerzas de seguridad iraquís. Otros tres civiles murieron al estallar una bomba cerca de su casa.

En Baquba, estallaron otros dos coches bomba, dirigidos contra una patrulla de soldados iraquís y el Gobierno provincial, con un balance de más de cinco muertos. Y en Ramadi, los insurgentes atacaron con morteros una base militar norteamericana y un colegio electoral, con el resultado de un miembro de la Guardia Nacional muerto. Más de 40 centros de voto han sido destruidos por los insurgentes en estos últimos días.

Ante esta situación, son pocos los que apuestan porque las elecciones del domingo contribuyan a pacificar el país. Ayer, el senador demócrata Edward Kennedy, arremetió contra la política de Bush en Irak y la comparó con la que se llevó a cabo en Vietnam. "La presencia de militares de EEUU se ha convertido en parte del problema", dijo.