Las ruidosas broncas que están dominando el sexto congreso de Al Fatá desde su inicio el pasado martes en Belén enmudecieron ayer para reelegir como presidente del partido al moderado Mahmud Abbás. Sin ningún otro candidato que le disputara el cargo, el sucesor de Yaser Arafat al frente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) renovó su liderazgo con solo 65 votos en contra de los cerca de 2.500 delegados que tratan de remozar el partido.

Hoy está previsto que se vote la plataforma política que sustituirá a la Túnez de 1989. Su borrador dice que no se negociará con Israel hasta que paren los asentamientos. Tampoco acepta su reconocimiento como "Estado judío", última condición impuesta por el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu. "Llámenlo si quieren República Socialista Hebrea, no es asunto mío", dijo Abbás.

El punto que más interés despierta es la estrategia que se adoptará en caso de estancamiento o fracaso de las negociaciones. Se barajan opciones remotas, como la declaración unilateral de independencia o la apuesta por un Estado binacional, pero la preferencia es una campaña de desobediencia civil, sin descartar la violencia en los territorios ocupados. "La gran mayoría apuesta por una revuelta popular no violenta, semejante a la primera Intifada, con huelgas y boicots", dice el portavoz de Al Fatá en Jerusalén, Dimitri Dilani.

RENOVACION También está por ver hasta qué punto se logrará la renovación generacional del partido. Algunos críticos han acusado a la vieja guardia de inscribir a última hora a 700 delegados para imponer sus posiciones y frenar el ascenso de la generación que ronda los 45 años. Otros exigen un informe de la gestión económica de los últimos 20 años. Respondidos con evasivas, en la platea se escucharon gritos como "Sois unos ladrones".