Inmediatamente después de regresar de la localidad egipcia de Sharm el Sheij, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas (alias Abú Mazen ) se puso ayer a trabajar para lograr su máxima prioridad: que los radicales palestinos no vulneren la tregua. Para ello, Abú Mazen envió un emisario al Líbano para exigir a los representantes de la milicia shií Hizbulá que no financien ataques contra Israel, e intensificó sus contactos con Hamás para que, si no se siente comprometida con la tregua, al menos la respete. Eso sí, Abú Mazen opta por la vía negociadora y no enviará a la policía de la ANP contra las milicias armadas.

Abú Mazen --que anuló un viaje a Gaza para verse con los líderes islamistas-- cuenta con el compromiso verbal de Hamás, la Yihad Islámica y el resto de grupos armados palestinos de que permanecerán en calma mientras Israel no les ataque. Abú Mazen pretende una declaración formal de tregua, pero Hamás y el resto no están por la labor de oficializar su pacto con Abú Mazen. En cualquier caso, los primeros pasos del presidente de la ANP indican que confía en ese compromiso y que las peticiones israelís de desarmar a las facciones no se van a tener en cuenta.

DINAMITAR EL PROCESO Otro asunto es Hizbulá, a quien en los últimos tiempos Israel ha acusado de pretender dinamitar todo el proceso político. Fuentes de la ANP informaron ayer de que Abú Mazen ha enviado al Líbano al exministro Abdel Fatá Hmayel para convencer a la milicia de que no le ponga las cosas difíciles al nuevo líder de la ANP. Fuentes palestinas indicaron ayer que la milicia está intentando reclutar a palestinos para llevar a cabo ataques en nombre de los grupos islamistas y de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa.

"Ahora Hizbulá está dispuesta a pagar 100.000 dólares (78.740 dólares) por una operación cuando antes pagaba entre 20.000 y 50.000", dijo un funcionario palestino a la agencia Reuters. La implicación de la milicia shií en el conflicto puede crecer en los próximos meses por la desazón que sienten los refugiados palestinos del Líbano con Abú Mazen, a quien ven como un líder que puede renunciar al derecho de retorno de los refugiados.

Mientras con la mano izquierda Abú Mazen negocia con las facciones armadas palestinas, con la derecha dialoga con Israel. El presidente palestino anunció ayer que Israel ha aceptado mover puestos de control en Cisjordania como parte del traspaso de la seguridad de cinco ciudades cisjordanas a las fuerzas de la ANP. Siguiendo el acuerdo adoptado en la cumbre de Sharm el Sheij, Israel traspasará en las próximas tres semanas el control de Jericó, Tulkarem, Kalkilia, Belén y Ramala.

Los puestos de control situados en los alrededores de las ciudades y en los que los palestinos pasan cada día horas y horas de espera y de humillación, son una de las obsesiones de Abú Mazen, ya que sabe que levantar varios de ellos es la mejor forma de que la calle perciba algún avance en el proceso de paz.

A ello también ayudará que el Gobierno de Ariel Sharon reabriera ayer el paso fronterizo de Erez entre Israel y Gaza, lo que permitió a 1.000 trabajadores palestinos ir a sus empleos en Israel. Según el Ejército israelí, medidas similares se tomarán durante los próximos días.

PRIMERAS MUERTES Pero, pese a la tregua y las buenas palabras, ayer también hubo palestinos muertos, los dos primeros de la era post-Sharm el Sheij. El primero, un hombre de 22 años, fue disparado desde un asentamiento mientras caminaba en sus cercanías. El segundo fue un miliciano de Hamás que murió cuando manejaba explosivos.