Los portavoces de Hamás y Al Fatá anunciaron ayer que han llegado a un acuerdo sobre la denominada Iniciativa de los prisioneros que supone un reconocimiento implícito de Israel. Con este pacto, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), y el primer ministro, el islamista Ismail Haniya, pretenden salvar el boicot de Occidente y poner fin a los enfrentamientos intrapalestinos que se originaron tras la victoria electoral de Hamás el mes de enero.

En plena crisis del secuestro del soldado israelí en Gaza, Abú Mazen y Haniya cancelaron anoche la firma protocolaria del acuerdo, con lo que no se hizo público su redactado, tan importante para saber qué espacio de maniobra deja a Hamás para salvar la cara tras sus intransigentes posiciones iniciales. Según informaron los representantes de las facciones, el acuerdo está firmado y pide el establecimiento de un Estado palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967, es decir, la franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Como lo que queda al otro lado de esa frontera es Israel, Abú Mazen confía en que la comunidad internacional acepte que Hamás renuncia de esta manera a su pretensión de crear un Estado en toda la Palestina histórica --del Mediterráneo al río Jordán-- y, por tanto, acepta a Israel.

RETORICA Este reconocimiento es lo máximo que Abú Mazen ha arrancado de los islamistas, algunos de los cuales practicaban complicados ejercicios retóricos para defender ante su gente que aceptar las fronteras de 1967 no equivale a reconocer el derecho a existir de Israel. "Hemos dicho que aceptamos un estado en el territorio ocupado en 1967, pero no que aceptemos dos estados" aseguró Salah al Bardaweel, jefe del grupo parlamentario de Hamás en Gaza.

Según desvelaron los negociadores, la segunda exigencia básica de Occidente a Hamás --renunciar a la violencia-- se plasma con otra complicada forma retórica en la que se reconoce el "derecho legítimo a la resistencia" pero se circunscribe a los territorios ocupados. El Estado palestino se conseguirá combinando resistencia y negociación política. Hasta que se haga público el redactado final, falta por saber cómo queda la Organización para la Liberación Palestina (OLP) en las negociaciones con Israel y de qué forma Hamás reconoce los acuerdos firmados entre la OLP y el Estado hebreo.

Ante estas incógnitas y la ambigüedad del texto --y después de que la Yihad Islámica dijera que no lo ratifica--, EEUU optó por la prudencia y no opinó sobre si Hamás satisface sus exigencias. Más claro fue Israel, que lo calificó de "irrelevante" para el proceso de paz (Tel-Aviv no acepta retirarse de Cisjordania ni renunciar a Jerusalén), mientras que la Unión Europea lo vio como un paso positivo.