El escenario de caos y conflicto civil que muchos temían que apareciese tras la muerte de Yasir Arafat empezó a perfilarse ayer con un incidente armado que puso de relieve la escasa popularidad de los herederos del presidente palestino. Mahmud Abbas (alias Abú Mazen ), sucesor de Arafat al frente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fue recibido ayer a tiros, en su primera visita a Gaza como líder, por los militantes más radicales de su partido, que protagonizaron un choque armado con sus escoltas que causó dos muertos y cuatro heridos.

Abú Mazen viajó a Gaza para reunirse hoy con las 13 facciones palestinas a las que va a pedir un alto el fuego con Israel, lo que ya le ha valido las acusaciones de estar dispuesto a rendirse al Estado hebreo y de querer poner fin a la Intifada. A pesar del tiroteo, la reunión seguirá adelante como estaba previsto.

CARPA DE PESAME Sólo habían pasado tres días de la muerte de Arafat. Abú Mazen estaba ante la carpa que las autoridades habían levantado en la sede presidencial de Arafat para que su sucesor recibiera las condolencias por la muerte del rais . Según testigos, en ese momento unos treinta militantes de Al Fatah, encapuchados y armados con fusiles de asalto, irrumpieron disparando al aire en protesta por la presencia de Abú Mazen.

"No a Abú Mazen; sí a Arafat", gritaron los militantes, al tiempo que disparaban sus ametralladoras e intentaban acercarse a Abú Mazen, al que acusaron de traidor y al que exigían que siga la lucha armada contra Israel. Los disparos obligaron a los guardaespaldas del nuevo líder de la OLP a introducirlo a empellones en la tienda y a arrojarlo al suelo para protegerlo. La protesta derivó en un choque entre militantes y escoltas. "Son unos perros, unos espías", gritaron los guardaespaldas durante el tiroteo, que se saldó con la muerte de dos agentes: un miembro de Fuerza 17, la guardia pretoriana de Arafat, y un policía de la seguridad preventiva.

Abú Mazen salió ileso, aunque la imagen de unidad que los palestinos han intentado mostrar durante la agonía y muerte de Arafat quedó muy herida. Muchos palestinos temen que la lucha de poder entre las facciones, que sólo el rais podía mantener cohesionadas, haya comenzado.

ACCION PREMEDITADA Aunque la versión más extendida acusaba del incidente a militantes radicales de Al Fatah, otras fuentes apuntaron a un intento de asesinato de Abú Mazen orquestado por Musa Arafat, sobrino del líder y jefe de los servicios secretos palestinos en Gaza. Musa ha protagonizado en los últimos meses un pulso por el poder en la franja con el exministro Mohamed Dahlán --hombre de confianza de Abú Mazen-- que ha incluido asesinatos, secuestros y tiroteos. Al Fatah y las fuerzas de seguridad en Gaza son un polvorín con bandas enfrentadas.

Para mantener la imagen de unidad, varios líderes palestinos aseguraron ayer que lo ocurrido en Gaza no fue un intento de asesinato. Abú Mazen declaró: "Lo sucedido no tiene ninguna dimensión política o personal". Dahlán, que estaba junto a Abú Mazen, explicó que lo sucedido no fue más que el resultado de la tensión por la espera y la masificación en la tienda en la que se encontraba Abú Mazen.

El tiroteo coincidió con la convocatoria de elecciones presidenciales para el 9 de enero y con versiones contradictorias respecto a la candidatura oficial de Abú Mazen a la presidencia. Diferentes fuentes del comité central de Al Fatah dieron a Abú Mazen como candidato oficial, mientras que otras indicaron que ni se ha discutido del tema. Hamas anunció, como se esperaba, su intención de presentarse.

Mientras, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, no descartó la posibilidad de que los 228.000 palestinos que residen en Jerusalén Este puedan votar en las elecciones a la ANP. Sharon se limitó a afirmar que esa decisión "exige un debate". Según el diario hebreo Haaretz , el Gobierno de EEUU estaría presionando a Israel para que esos palestinos puedan votar.

Sin embargo, en el Gabinete de Sharon hay voces discordantes. El ministro de Exteriores, Silvan Shalom, expresó su oposición a esa posibilidad asegurando que Jerusalén Este es parte de Israel y que dejar participar a los palestinos legitimaría sus reivindicaciones sobre la ciudad.