Al Elíseo llegaron a goteo. Chirac ejerció de anfitrión. Primero llegó Zapatero. El dirigente francés lo recibió a pie del coche oficial con una accolade, el afectuoso saludo de estrechar la mano del invitado al tiempo que se le pasa el otro brazo por la espalda. A Schröder lo abrazó. Con Putin no hubo efusividades.