Las organizaciones de asistencia humanitaria llegaron a Sri Lanka casi el mismo día del cataclismo. Tras una primera fase de cierto caos, están siguiendo muy de cerca la llegada de ayuda y de asistencia sanitaria a los miles de personas que se encuentran en campos de desplazados, casi todos improvisados en escuelas o templos.

Hasta el momento, una de las zonas que menos asistencia había recibido había sido la costa sureste, especialmente el distrito de Ampara, que con más de 10.000 víctimas mortales fue de largo la región que salió peor parada en el conjunto del país. Una de las primeras ONG en llegar a este área fue Médicos Sin Fronteras, que envió a uno de sus miembros que estaba viajando de Sudán a España. MSF- España se está ocupando del seguimiento sanitario y de la asistencia en la zona de Ampara.

Médicos y logistas

En estos momentos, esta organización tiene sobre el terreno a seis personas, entre médicos y logistas. Desde el principio, además de dar alguna asistencia de urgencia, han recogido datos sobre los hospitales que quedan en la zona y sobre los campos de desplazados y localidades más afectadas. "Básicamente se trata de recopilar datos epidemiológicos para, una vez pasada la primera fase del desastre, evitar que haya una segunda tragedia como sería la aparición de enfermedades infecciosas como cólera, malaria o dengue", cuenta Marta Iscla, miembro de Médicos Sin Fronteras llegada desde Barcelona.

Iscla ha estado recorriendo diversas localidades, incluyendo las que están más al sur. Además de los daños que causó el tsunami, esta parte de la costa tuvo que vivir una fortísimas lluvias el pasado fin de semana que agravaron aún más la situación. "Había carreteras que tras el tsunami estaban transitables, pero que la lluvia acabó de estropear", explica Iscla.

Unos de los aspectos que más se están controlando para evitar la aparición de epidemias es el del saneamiento de los residuos y la disponibilidad de agua potable. Como explica Shaheen, responsable del municipio de Akkaraipattu, al sur de Ampara, "el maremoto contaminó todos los pozos y eso ha obligado a abastecer a la población con agua traída en camiones". En general, las agencias humanitarias alaban la actitud de las autoridades locales que, lejos de dejarse llevar por el caos del día 26 y las inundaciones del fin de semana, actuaron con la agilidad suficiente como para distribuir a la población en lugares de acogida.

Un logista de MSF, Theo Kanteris, acompaña a Iscla en muchas de las visitas que realiza. "En general, muchos campos y hospitales cuidan el tema del agua potable, pero la gestión de los residuos no tanto, y eso hace que se contamine el entorno de los espacios y haya un buen caldo de cultivo para las infecciones", explica Kanteris, de origen griego pero afincado en Galicia desde hace años. El se encarga de averiguar también cuántas letrinas hay en los hospitales y en qué estado se encuentran, ver si las cocinas se encuentran limpias o si los pacientes están hacinados en las habitaciones que ocupan, algo que no suele ocurrir.

Diagnósticos "a ciegas"

En los hospitales que quedan la actividad es muy intensa. En Akkaraipattu, con 36.000 habitantes, los médicos atienden a cientos de pacientes cada día. El doctor Gezeel explica a Iscla que es muy difícil realizar diagnósticos precisos porque no disponen de nadie que pueda hacerse cargo de las pruebas de laboratorio. El hospital sólo dispone de capacidad para 150 pacientes, pero se pasa revista a más de 300 cada día. "Hay algunos que presentan posibles síntomas de infecciones peligrosas, pero tenemos que tratarlos casi a ciegas porque no tenemos posibilidad de realizar los análisis necesarios", explica el doctor Gezeel.

"La mayoría de los pacientes que acuden a consulta --relata Marta Iscla-- sufren diarreas o infecciones respiratorias, ambas provocadas por haber tragado mucha agua de mar".