La iniciativa de paz de Ginebra celebró ayer su puesta de largo en la ciudad suiza que le da nombre, en un ceremonia solemne en la que sus impulsores estuvieron acompañados por unos 700 invitados, muchos de ellos líderes mundiales de alto rango que quisieron, con su presencia, dar un claro espaldarazo a la paz en Oriente Próximo. Pero pese a la puesta en escena, el plan deberá sortear muchas dificultades para salir adelante, en primer lugar la férrea oposición del primer ministro israelí, Ariel Sharon.

Dos grandes pancartas en las que se leía: "Existe un plan" y "Existe un socio", presidían la tribuna oficial. El actor estadounidense Richard Dreyffus abrió la ceremonia, de dos horas de duración, en las que se alternaron discursos, piezas musicales y videoclips.

"UNA BASE PROMETEDORA" En el centro de conferencias Secheron, a orillas del lago Leman, se dieron cita, entre otros, el expresidente de EEUU, Jimmy Carter, artífice de los acuerdos de Camp David, en 1979, quien resaltó: "Probablemente no veremos nunca más una base más prometedora para la paz". Le acompañaban otros premios nobel de la paz, como el expresidente polaco Lech Walesa y el irlandés John Hume. También participaron exdirigentes europeos, como el excanciller alemán Helmut Schmidt y el exjefe del Gobierno español Felipe González. Otros 58 exjefes de Estado y de Gobierno firmaron una declaración de apoyo a la iniciativa de Ginebra.

Los dos coautores del documento, el exministro de Justicia israelí Yossi Beilin y el exministro palestino de Información Yasir Abed Rabbo, fueron los últimos en tomar la palabra. "Es una solución simple a un problema complicado", subrayó Rabbo. Beilin dejó claro que el tiempo apremia. Ambos instaron a sus Gobiernos a adoptar el plan como base de negociación.

Beilin y Rabbo han sido los que en los últimos tres años han negociado en secreto los términos del acuerdo, que fue dado a conocer en octubre. Suiza ha aportado ayuda logística y financiera a las conversaciones.

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IMPORTANTES SACRIFICIOS El resultado de este diálogo ha sido un documento de 50 páginas que detalla los aspectos de una posible solución al conflicto palestino-israelí y supone importantes sacrificios para ambas partes, como el desmantelamiento de la mayor parte de las colonias judías en los territorios ocupados o la división de Jerusalén. A su vez, reclama a los palestinos la renuncia al derecho al retorno de los refugiados.

El plan deberá salvar numerosos escollos. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ha dejado claro que sólo negociará sobre la Hoja de ruta , el plan de paz impulsado por el Cuarteto (EEUU, Rusia, la ONU y la UE). Menos contundente, el ministro palestino de Asuntos Exteriores, Nabil Shaat, afirmó que el Gobierno palestino alienta la iniciativa, pero "no se puede comprometer en su aplicación".