James Bain ha pasado 35 años en una cárcel del centro de Florida por un crimen que acaba de quedar demostrado que nunca cometió, una tragedia que pone una vez más en evidencia al sistema de justicia estadounidense.

Tras pasar más de media vida entre rejas, Bain quedó este jueves en libertad gracias, en primer lugar, a su perseverancia, porque defendió su inocencia hasta el cansancio, pero sobre todo gracias a los adelantos de la tecnología, una prueba de ADN cuyos resultados llegaron como agua de mayo porque vinieron a demostrar lo que él ya sabía, que no secuestró ni violó a un niño de nueve años en los 70. "Es usted un hombre libre", le dijo el juez James Yancey. "Felicidades".

Los restos de semen que se encontraron en la ropa interior del niño no eran suyos. Así de contundente. Ahora, a sus 54 años, es un hombre feliz. La pesadilla que comenzó cuando acababa de cumplir 19 años ha concluido. Atrás quedaron los mejores años de su juventud, toda una vida truncada por culpa de un polémico juicio que terminó con una cadena perpetua. Con el gesto emocionado, pero con más de una arruga y las canas asomándose a su cabellera, Bain respondía a los periodistas: "Me siento como los primeros hombres que pisaron la Luna".

Por motivos que nunca llegarán a ser aclarados, la oficina del fiscal llevaba años oponiéndose a que se le realizaran las pruebas de ADN. Pero Project Innocence, una organización de abogados que lleva más de 15 años luchando contra este tipo de injusticias, adoptó su caso. Con su puesta en libertad ya son 248 las personas exoneradas en EEUU gracias a las pruebas de ADN. Pero James Bain posee un triste récord. Es el que más tiempo ha pasado en prisión por un crimen que nunca cometió. Ahora solo quiere tiempo para estar con su familia, pero dice que volverá a la universidad y sueña con viajar a Bahamas, la tierra natal de su padre. Además, tiene derecho a una indemnización del Estado de 35.000 euros por cada año pasado en prisión. En su caso le corresponden algo más de 1,2 millones de euros.