Si no fuera porque, hasta el momento, Rodríguez Zapatero ha dado muestras de ser un hombre muy templado, incluso frío, resultaría rara su advertencia, clara, rotunda, de hoy: si Aznar nos mete en una guerra, habrá consecuencias, y de ello se encargarán los socialistas.Desde luego, cualquiera que estuviera en la piel de nuestro presidente de Gobierno, se pararía un poco a pensar sobre el papel que juega en el mundo en estos momentos. Porque es cierto que tiene mayoría absoluta y un control absoluto sobre sus diputados. Pero no es menos cierto que hay suficientes indicios que expresan que hoy esa mayoría no se repetiría. Y su partido y su Gobierno ya han probado las hieles de encontrarse con los sindicatos en las huelgas y con los ciudadanos cabreados en las playas de Galicia o las plazas de toda España.

Aznar no parece dudar sobre su decisión de meternos en la guerra. Debería hacerle vacilar el que no haya ni una manifestación que le apoye. Ni en Quintanilla de Onésimo.