Las autoridades de Afganistán han desplegado un gran dispositivo de seguridad para garantizar la buena marcha de las elecciones legislativas y provinciales que se celebran hoy en el país bajo el acoso y la amenaza de las armas de la guerrilla talibán, que ha llamado al boicot. Desde la noche del viernes, 12 personas han muerto en el país, víctimas de la violencia política, y la policía logró abortar varios atentados. Los comicios de hoy son los primeros parlamentarios pluralistas que celebra Afganistán desde 1969.

Cerca de 100.000 efectivos de la policía y el Ejército afgano se han desplegado por todo el país. Cuentan con el apoyo de 20.000 soldados estadounidenses y 10.500 de la Fuerza de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN, entre ellos varios centenares de españoles.

ESPIRAL DE VIOLENCIA A pesar de este gran despliegue, tres policías fueron acribillado a balazos la noche del viernes por un grupo armado a las afueras de Kabul, la capital. En el sur del país, siete presuntos talibanes murieron en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. Otros 20 fueron detenidos tras intentar volar con una fuerte carga explosiva la presa Kajaki, en la provincia de Helmand, lo que hubiera provocado la muerte de miles de personas que viven en los pueblos cercanos.

En Zabul, murieron otros dos rebeldes en enfrentamientos armados con la policía.

La policía ha sembrado de controles los accesos a Kabul, y en Kandahar se ha prohibido la circulación de vehículos para evitar la explosión de coches bomba. La guerrilla talibán reiteró ayer su amenaza de lanzar ataques durante la jornada electoral, aunque matizó que no atentará contra los 26.000 colegios electorales distribuidos por el país ni contra los electores.

Durante estos últimos meses, la guerrilla talibán ha reforzado su presencia en las provincias del este del país, vecinas a Pakistán, país al que el Gobierno de Kabul acusa de darle apoyo logístico.

Más de 12 millones de electores afganos están llamados a las urnas para elegir a los 249 diputados del nuevo Parlamento. También votarán por los futuros miembros de los 34 consejos provinciales. Todo un desafío para un país que hace tan sólo cuatro años salió del oscuro túnel del régimen talibán, cuya población sigue sumida en la pobreza y el analfabetismo, y en donde, debido a su abrupta y accidentada orografía, las autoridades han debido echar mano de mulas y caballos para trasladar el material electoral a zonas recónditas y aisladas. Las elecciones estarán supervisadas por 8.000 observadores independientes.

DIEZ POR CIENTO DE MUJERES Los electores deben elegir entre cerca de 6.000 candidatos, un 10% de ellos mujeres, a las que el Gobierno les ha reservado una cuarta parte de los escaños en disputa. Entre los candidatos hay cinco exdirigentes del régimen talibán que, ahora, una vez entonado el mea culpa , se han sumado al proceso político que abre la democracia a un país que ha vivido durante varias décadas en guerra.

El presidente del país, Hamid Karzai, aliado de Washington, justificó esta semana las candidaturas de tránsfugas talibanes por el deseo de su Gobierno de llevar a cabo la reconciliación nacional.

Los analistas han advertido también de la presencia en las listas electorales de jefes de tribu (señores de la guerra) ligados al tráfico de drogas, lo que podría convertir la Asamblea Nacional electa en un narcoparlamento . Afganistán produce el 87% del opio mundial, que representa la mitad del PIB del país.