La supuesta mayoría absoluta del presidente afgano, Hamid Karzai, en los comicios de agosto pende de un hilo después de que la Comisión Electoral de Quejas ordenara ayer invalidar las papeletas de cientos de colegios y aplicar un "coeficiente de fraude" en otros 3.500. La Comisión Electoral debe ahora volver a hacer números, pero varios observadores independientes dan por hecho que Karzai, al que los resultados preliminares otorgaban el 54,6% de los votos, no pasará finalmente del 48%, lo que abocaría al país a una segunda vuelta.

El retraso en los resultados se explica por la incomodidad de la situación para todas las partes. Occidente presiona a Karzai para que acepte la pérdida de la mayoría absoluta, y el presidente afgano tuvo que prometer ayer al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que va a "respetar el proceso constitucional". Pero que Washington pida un día sí y otro también un Gobierno "legítimo" en Afganistán y supedite a ello el envío de más tropas no significa entusiasmo por celebrar una segunda vuelta. EEUU teme sus efectos en la estabilidad de un país en guerra.