La Audiencia Provincial de Stuttgart concedió ayer la libertad condicional a Brigitte Mohnhaupt, de 57 años, una de las terroristas con mayor historial delictivo de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), el disuelto grupo armado de ultraizquierda que sembró el terror en Alemania en los 70 y 80. La decisión judicial, aplaudida por los defensores del Estado de derecho, causó la indignación de los familiares de las víctimas y los recelos de dirigentes conservadores.

Mohnhaupt fue una de las principales dirigentes de la RAF, más conocido como BaaderMeinhof, y sucesora de los dos fundadores de la banda, Andreas Baader y Ulrike Meinhof. De carácter duro, durante su estancia en la cárcel no ha mostrado el menor signo de arrepentimiento ni ha tenido palabras de pesar por el dolor causado a los familiares de sus víctimas. Se considera probada su participación directa en nueve asesinatos, incluyendo el del fiscal federal de Alemania, Siegfried Buback, así como el del presidente del Dresdner Bank, Jürgen Ponto, y del presidente de la patronal alemana, Hans-Martin Schleyer.

El "otoño alemán" Todos estos asesinatos se conocen como el otoño alemán , el delicado momento en que la violencia terrorista arrinconó a la joven democracia de Alemania y puso contra las cuerdas al entonces canciller, el socialdemócrata Helmut Schmidt. "Con los terroristas no se negocia", respondió entonces Schmidt, quien diseñó un abanico de métodos antiterroristas para acabar con la insurgencia armada, llegando a negar a los izquierdistas alzados en armas el estatus de movimiento político.

El Gobierno de Bonn calificó de criminal a la banda terrorista y le aplicó la ley con todo el rigor. Pero la legislación alemana contempla el caso de que, pasados 15 o 24 años, aquellos ciudadanos condenados a cadena perpetua puedan quedar en libertad si no son un peligro para la sociedad, aunque no se hayan arrepentido de sus crímenes.

El ministro del Interior de Baviera, Günter Beckstein, dijo que es "difícil de concebir" que una peligrosa delincuente "sea puesta en libertad, sin arrepentirse y sin prestar colaboración alguna a la justicia". Además, agregó Beckstein, debido a la actitud de Mohnhaupt, "aún hay muchos cómplices de la RAF libres".

Por su parte, Ulla Jelpke, líder parlamentaria del partido La Izquierda, saludó la liberación de Mohnhaupt y dijo que los presos de la RAF eran "prisioneros políticos", como quedó demostrado por "el trato y aislamiento a que han estado sometidos".

Fue una reacción muy distinta a la del hijo del fiscal asesinado, Michael Buback, quien no tuvo palabras conciliadoras hacia Mohnhaupt: "Si ahora se habla de clemencia, también se debería hablar de confesión y de arrepentimiento". Waltrude Schleyer, viuda del presidente de la patronal alemana secuestrado y asesinado, tampoco perdona a la mujer que mató a su marido: "Sabían lo que hacían, no perdonaré a Brigitte Mohnhaupt".

Entre tanto, otro compañero de armas de Mohnhaupt, Chistian Klar, de 54 años, que también lleva 24 años en prisión, ha pedido al presidente alemán el indulto. Klar y otras dos mujeres, Birgit Hogofeld, de 50 años, y Eva Haule, de 52, son los últimos presos de la RAF. La justicia alemana condenó a 26 miembros de la banda terrorista a cadena perpetua. De todos ellos, 19 activistas están en libertad. "La fuerza de un Estado está en la capacidad de perdonar", escribió ayer el rotativo de Baviera Süddeutsche Zeitung .