Alemania ha vuelto a quedar paralizada por el terror. Ayer fue el turno de Múnich. La capital del Estado de Baviera fue golpeada por la violencia cuando un joven de 18 años abrió fuego indiscriminadamente en el centro de la ciudad, causando nueve muertos y al menos 11 heridos. El suicidio del autor del ataque puso punto y final a otra jornada trágica pero, a pesar de anular el estado de emergencia, Múnich aún no respira con normalidad.

Esa sensación de nerviosismo y confusión no es nuevo en el motor económico de Europa. Durante el último año y medio Francia y Bélgica han sido cruelmente golpeadas por los tentáculos del autoproclamado Estado Islámico. Los sangrientos atentados deParís, Bruselas y Niza horrorizaron a los ciudadanos europeos e inquietaron especialmente a los alemanes. El terrorismo yihadista ha actuado a gran escala en dos de sus países vecinos y todo hace pensar en que Alemania está en el punto de mira.

EL MIEDO SE DISPARA

Las autoridades alemanas también temen desde hace meses la posibilidad de sufrir la violencia radical en su territorio. Parte de ese temor a ser atacado se entiende por la cada vez mayor presencia militar de Alemania en el mundo para combatir a Estado Islámico. Esa excepcional medida, que ha llevado al gabinete de Merkel aampliar el ejército por primera vez desde el fin de la Guerra Fría o a construir una base militar en Turquía, aumenta las probabilidades de sufrir las represalias del yihadismo. “La pérdida de poder de Daesh en Siria e Irak puede traducirse con más incursiones en el continente”, vaticinó el ministro del Interior alemán Thomas de Maizière a finales de junio.

Los alemanes son conscientes de ello. Eso explica que por primera vez desde la reunificación del país, el terrorismo se haya convertido en el principal miedo de sus ciudadanos. Desde principios del 2016 los niveles de percepción sobre la inseguridad se han disparado a niveles nunca antes vistos. Así, las matanzas perpetradas en Europa por el Estado Islámico han hecho que hasta un 77% de la población se muestre muy preocupada por un ataque en su casa. “2016 es el año del miedo”, apuntó Manfred Schmidt, politólogo de la Universidad de Heidelberg, en ese estudio.

ESCEPTICISMO CON LOS REFUGIADOS

El aumento de los ataques perpetrados por lobos solitarios en Europa y los casos de agresiones en los que se han visto envueltos solicitantes de asilo ha aumentado el escepticismo de Alemania sobre los refugiados. En septiembre del año pasado el país aplaudía la apertura de puertas impulsada por Angela Merkel a la gente que huía de la guerra. Casi un año más tarde los alemanes se han vuelto más desconfiados.

La incesante marea humana de 1,5 millones de refugiados, la cada vez más popular retórica xenófoba de la ultraderecha y escándalos como los abusos sexuales perpetrados en Nochevieja en Colonia han acentuado ese miedo colectivo. Así, un 68% de los ciudadanos teme el extremismo político y un 67% cree que la creciente inmigración puede alimentar la tensión en el país.

Ese nerviosismo se puede palpar en las calles. Cada vez que se produce un ataque, una agresión o un abuso sonado Alemania contiene el aliento esperando la confirmación de que sea un gesto yihadista. En cada explosión de violencia las redes sociales se inundan de rumores y acusaciones que agitan aún más la preocupación. Hasta ahora el gobierno federal ha evitado caer en la trampa y ha respondido con cautela y mano dura para no estigmatizar a los musulmanes. “Un individuo no puede desacreditar a todo un grupo de ciudadanos jóvenes”, ha alertado reiteradamente el jefe de la Cancillería Federal Peter Altmaier.