Las noticias de irregularidades y de denuncias cruzadas de fraude que han menudeado desde hace semanas se han unido a última hora a las advertencias de expertos electorales que auguran largas colas en los colegios electorales, escasez de máquinas electrónicas, problemas para acreditar la identidad de los votantes registrados y farragosos recuentos. Todo ello agravado por el hecho de que se espera una participación récord en la votación de hoy (unos 130 millones de personas), lo que pondrá a prueba un sistema que levanta muchas suspicacias, con el recuerdo muy presente del recuento de Florida en el 2000 y de los miles de personas que se quedaron sin votar en Ohio en el 2004.

"Normalmente hay una participación de entre el 50 y el 70% de los votantes registrados, pero ahora algunos estados están previendo un 80, un 85 o hasta un 90%", ha declarado a la prensa estadounidense Doug Chapin, director de The Pew Charitable Trust´s Electionline.org. La consecuencia es que un sistema (en realidad, 50 sistemas diferentes por cada estado y el Distrito de Columbia) que inició una reforma que no se ha completado tras la polémica del 2000 se encontrará con una prueba de fuego para la que, según Chapin, puede no estar preparado.

El primer problema puede venir por la forma de votar. Las máquinas electrónicas con pantallas táctiles suelen generar problemas. La denuncia principal de los votantes se centra en que al optar por un candidato el ordenador marca el contrario.

PAPELETAS DE PAPEL Se calcula que dos tercios de los votantes elegirán al próximo presidente en papeletas de papel que marcarán con un lápiz. Las papeletas son después escaneadas, y ya ha habido denuncias de errores a causa de que los votantes no marcan de forma adecuada con el lápiz. Grupos de derechos civiles denuncian que puede haber una catarata de votos anulados.

El segundo problema es logístico. Organizaciones de derechos civiles han presentado demandas en estados como Pensilvania y Virginia porque no hay suficientes papeletas en caso de alta participación. En Ohio, las denuncias son porque en zonas habitadas sobre todo por minorías (negros e hispanos) no hay suficientes máquinas de voto electrónico. El temor es que todo ello dé lugar a largas colas.

Y el tercer problema son los abogados. Ambas campañas tienen un equipo que se repartirá por los colegios electorales. El camino a la votación ha estado repleto de acusaciones de fraude (por registrar falsos votantes una organización progresista; por privar del derecho a causa de cuestiones formales dirigentes republicanos). Si el resultado depende de un puñado de votos en varios de estados, muchas voces alertan ya de un muy polémico 5 de noviembre.