El anuncio del martes de Corea del Norte de que realizará pruebas nucleares ha servido para que el nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, muestre su anunciada política de firmeza respecto al régimen comunista y vea reforzados sus ya conocidos argumentos a favor del abandono del pacifismo oficial, impuesto por EEUU al término de la segunda guerra mundial. Sobre la mesa está ya además el debate sobre la necesidad de dotar al país de armas atómicas.

Ante la escalada norcoreana, de momento, Tokio prefiere jugar la carta de la diplomacia. Abe inicia el domingo un viaje a Pekín y Seúl para reunirse con los presidentes de China, Hu Jintao, y de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, con los que intentará concertar una respuesta a Pyongyang. Pero de momento, ayer, el mandatario nipón afirmó en el Parlamento su intención de imponer sanciones económicas en solitario si es necesario.

La presente crisis es un nuevo capítulo en el enfrentamiento entre Corea del Norte y la comunidad internacional por los planes del régimen comunista de desarrollar su arsenal nuclear. Se cree que Pyongyang posee varias bombas y misiles para alcanzar como mínimo Japón.

Después de los ensayos balísticos fallidos de julio pasado, Abe llegó a declarar que Japón debería pensar en dotarse de capacidad militar para realizar ataques preventivos. Es uno de los motivos por los que el nuevo líder nipón defiende la necesidad de reformar la Constitución pacifista impuesta en 1947.