En 1945, las Naciones Unidas fueron fundadas por 51 países, que se convirtieron en 191 en el 2002. Pese a la incorporación de 140 estados, el poder sigue residiendo en los cinco que pueden ejercer el veto en el Consejo de Seguridad, es decir, en la "unanimidad de las grandes potencias". Pero no todas las potencias están representadas en el Consejo, que refleja aún el mundo vencedor en la segunda guerra mundial a pesar del tiempo transcurrido, del fin del colonialismo, de la emergencia del Tercer Mundo y de la caída del muro de Berlín.

Nadie puede negar que la Alemania unificada y Japón sean grandes potencias, aunque estén lejos los días en que las empresas niponas compraban Manhattan. En la estancada reforma de la ONU, pendiente desde 1992, se llegó a plantear la supresión del veto. Una utopía. El realismo político se conformaría con que ese derecho se extendiera a quienes no lo poseen, pero lo merecen por su dimensión y poder, ganaran o perdieran una guerra de hace 57 años.