El siete veces expresidente democristiano del Gobierno de Italia y actual senador vitalicio, Giulio Andreotti, de 83 años,fue condenado ayer por el tribunal de apelaciones de Perugia a 24 años de prisión por haber instigado a Cosa Nostra, la mafia siciliana, a matar al periodista Mino Pecorelli, en 1979. Sin embargo, Andreotti no irá a la cárcel, por razones de edad y porque en Italia se consideran definitivas solamente las sentencias que han sido revisadas por el Tribunal Supremo.

Giovanni Bellini, uno de los abogados defensores del senador, anunció ayer que presentará recurso ante la más alta instancia judicial italiana. "He creído siempre en la Justicia y continúo creyendo, aunque esta noche me resulta difícil aceptar una cosa tan absurda", se limitó a declarar el histórico político democristiano, cuando uno de sus letrados le comunicó la condena por teléfono.

SORPRESA GENERAL

La noticia sobre la sentencia contra el político más "incombustible" de Italia, que personificó más de 50 años de política nacional, causó estupor y sorpresa en todo el país, principalmente porque en el juicio de primera instancia, celebrado en 1999, había sido absuelto de todos los cargos. Junto con Andreotti, fue condenado a 24 de prisión el mafioso de Cosa Nostra, Gaetano Badalamenti, responsable, según el tribunal perugino, de haber dado la orden de matar al periodista "para hacerle un favor a Andreotti".

Todas las reacciones que se produjeron anoche relacionadas con la condena tuvieron el mismo talante. "Es desconcertante", dijo Franco Coppi, jefe del bufete de abogados que defendió al político. En una declaración difundida por su Gabinte, el primer ministro, Silvio Berlusconi, aseguró que Andreotti es víctima de una justicia politizada "que ha buscado cambiar el curso de la política democrática y reescribir la Historia de Italia". Berlusconi expresó su solidaridad con el político.

Marco Follini, secretario del partido centrista CCD, uno de los tres partidos herederos de la Democracia Cristiana e integrante de la coalición gubernamental, comentó que la "justicia camina con la cabeza para abajo y los pies en el aire". "Esta sentencia no sólo repugna a la mayoría de los italianos, sino que mina los fundamentos de nuestra conciencia nacional", añadió Sandro Bondi, portavoz de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi.

El cardenal Achille Silvestrini, exministro de Exteriores del Vaticano manifestó su "incredulidad". "Nadie podía imaginar algo semejante, especialmente cuando se conoce a la persona y se sabe lo que ha hecho durante tantos años de alta responsabilidad al servicio del país".

INCULPADO EN 1993

La inculpación de Andreotti en 1993, cayó como una bomba sobre Italia y la mayoría de los observadores apuntó que sería imposible inculpar al político con pruebas. En 1992 había empezado la operación Manos Limpias , la apertura de sumarios contra los políticos corruptos. La Democracia Cristiana, que había dado estabilidad al país se disolvió, ya que todos sus directivos estaban en prisión o inculpados.