En la década de los 90, el comercio entre China y Africa creció más de un 700%, lo que ha convertido al país asiático en el tercer socio del continente, por detrás de EEUU y Europa. Las empresas chinas en Africa no contratan mano de obra local, sino que emplean personal chino, que vive aislado en campamentos fuera de las ciudades, lo que impide una mayor demanda laboral local.

Los obreros chinos afincados en Africa pueden cobrar entre un 30% y un 400% de lo que cobrarían en su país. Los países sin industria dan la bienvenida a la entrada de productos chinos, pero otros más desarrollados recelan.