El último trabajo de Anthony Minghella, el director de El paciente inglés, es un corto protagonizado por una pareja mal avenida, que se reconcilia por necesidades del guión y el futuro de la familia. A las órdenes de Minghella, dos actores, Tony Blair y Gordon Brown, salen echando cuentas, hablando de cuándo se propusieron reformar el laborismo y de lo logrado desde entonces.

La cinta de propaganda electoral, que los británicos han podido ver en televisión, marca un cambio radical en la estrategia de una campaña en la que Brown despega como la estrella. Hasta hace poco, los dos vecinos de Downing Street apenas podían soportar estar en la misma habitación. Desde que comenzó la campaña, en cambio, los viejos rivales son inseparables. "¿Sus esposas no están mosqueadas?", les preguntó con guasa un periodista en el enésimo mitin al que iban juntos.

El periódico sensacionalista The News of the Worldpublicó el domingo una entrevista surrealista con ambos, en la que Blair admitía que, tras 22 años de relación, lo suyo era "como un matrimonio". Blair es hoy una carga para el partido. Brown, su esperanza.