El próximo 1 de noviembre Hajez cumplirá un año. Hajez, en árabe, significa puesto de control, y su nombre recuerda con cinismo que fue en un puesto de control, el de Yenín, donde su madre lo parió. Aquel 1 de noviembre del 2003, Adan Abú Hamad dio a luz en el asiento trasero de su coche, ayudada por su marido, después de más de una hora de espera en el puesto de control de Yenín. A pocos metros de la barrera aguardaba una ambulancia que no fue autorizada por los soldados israelís a atender a Adan, ya que aquel día, como tantos otros, Yenín estaba cerrada y bajo toque de queda.

El pueblo donde viven Hajez y su familia, Aqaba, está a sólo 18 kilómetros de Yenín, ciudad en la que está el único hospital de la zona para todos los pueblos y aldeas del distrito. La historia de Adan y Hajez acabó bien, pero cerca de una treintena de madres, según la ONG Palestine Monitor, han perdido a sus bebés desde que empezó la Intifada porque dieron a luz en un puesto de control.

Los 753 cierres y bloqueos de carreteras --según cifras de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU-- que impiden el libre acceso a las ciudades palestinas forman el otro muro de Cisjordania, una barrera diaria, una espera de varias horas garantizada al día para niños, mujeres, ancianos, jóvenes y adultos llueva, nieve o haga calor.

Movimientos restringidos

Sólo en el distrito de Hebrón hay 205 barreras. En Ramala, 101. En Naplusa, 119. Los obstáculos son de todo tipo: puestos de control (57), puestos de control parciales (10), bloqueos de carretera (98), barreras en las carreteras (40), montículos de arena (423), torres de observación (43) y zanjas (65), entre otros. Barreras que no sólo impiden el acceso de los palestinos a Israel, sino el movimiento de población en Cisjordania.

Según un informe de la organización de derechos humanos israelí B´Tselem presentado la pasada semana, Israel restringe el movimiento de los palestinos en 41 carreteras de Cisjordania, lo que supone más de 700 kilómetros. Para circular por esas vías, los palestinos deben conseguir unos permisos que, según B´Tselem, no siguen ningún criterio. "El régimen de carreteras opera bajo la premisa de que cada palestino es un riesgo para la seguridad. Basándose en esta premisa, esta política viola los derechos de movimiento e igualdad de miles de palestinos en Cisjordania", indica el informe.

B´Tselem afirma que los bloqueos en las carreteras "recuerdan al apartheid de Suráfrica", ya que "el derecho de los residentes de Cisjordania a usar ciertas carreteras depende de la etnia". "Israel tiene la obligación de velar por la vida de sus ciudadanos, pero esta obligación no le permite causar un daño cruel, indiscriminado y prolongado a la población", dice el documento.

El daño que causan los bloqueos y puestos de control también tiene una vertiente psicológica: la mala relación entre los soldados y la población palestina. Según el diario israelí Haaretz , el Ejército ha recibido hasta ahora 1.500 quejas por abusos de soldados en los puestos de control. El maltrato y las humillaciones son moneda corriente. No es extraño, pues, que hasta EEUU haya presionado a Israel para que elimine el máximo posible de bloqueos. Hasta ahora, según el Ejército, se han levantado 100.