El tiempo ayudó poco en las elecciones presidenciales de ayer, que fueron abiertas oficialmente por el alcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón en la plaza de Bolívar, en el centro histórico de esta capital. El presidente Alvaro Uribe votó a las 8.30 horas, en medio de estrictas medidas de seguridad, que aislaron por completo las 60 mesas de votación ubicadas en la plaza de Bolívar. Parecía cansado y hasta malhumorado, acompañado de su esposa. Su seriedad no parecía acorde con alguien a quien las encuestas daban como vencedor.

Por coincidencia o estrategia política, Uribe votó a la misma hora que lo hizo en la ciudad de Medellín su principal contrincante, Carlos Gaviria. Sonriente y menos tenso, contó con un ambiente electoral mucho más animado y fue aclamado por sus seguidores tras depositar su voto.

Los seguidores de Gaviria divulgaron ayer una carta enviada a Uribe por intelectuales norteamericanos, donde denuncian falta de garantías y amenazas de muerte contra el candidato de la izquierda por parte de grupos paramilitares. Según Paco Simón, un periodista español, las elecciones colombianas estuvieron marcadas por la guerra sucia, igual que en Bolivia, pero "en Colombia la situación fue más difícil, porque amenazó la vida de personas".