Arabia Saudí ha pedido a sus ciudadanos residentes en Líbano que abandonen el país en el marco de una escalada de tensiones entre ambos países. La semana pasada el primer ministro libanés, Saad Hariri, dimitió por temor a ser asesinado a manos de los chiís de la región.

El Líbano es el escenario donde se dirimen las tensiones entre Arabia Saudí, de mayoría suní, e Irán, de mayoría chií. Ambos países afrontan una guerra de influencias en la región. El exprimer ministro libanés, apoyado por el régimen saudí, acusó a Irán de injerir en la política del Líbano a través de Hizbulá, una milicia chií apoyada por el Gobierno iraní.

Según la agencia de noticias saudí SPA, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Arabia Saudí ha pedido a "sus nacionales que visitan o residen en Líbano que lo abandonen cuanto antes" y ha aconsejado a sus ciudadanos "no viajar al país".

División en Líbano

Líbano vive desde hace años una división entre los sunís que apoyan a Hariri y los chiís respaldados por Hizbulá. En el 2005 las tensiones llegaron a su punto más álgido, cuando el entonces primer ministro y padre del último presidente libanés, Rafic Hariri, fue asesinado. El régimen sirio de Bashar al-Asad, también apoyado por Irán, fue el principal señalado como autor del crimen.

Las desavenencias entre Arabia Saudí y Hizbulá son cada vez mayores. Mientras el grupo chií acusó al régimen saudí de haber forzado la dimisión de Hariri, el Gobierno saudí culpó a la organización proiraní de haber iniciado un conflicto en Líbano.

Escalada de tensiones

La semana pasada el Ejército saudí interceptó un misil balístico lanzado desde el Yemen que se dirigía a la capital saudí, Riad. El ministro de Asuntos Exteriores saudí, Adel Jubair, acusó a Irán de ser el responsable y aseguró que se trataba de una "acto de guerra" por parte del Líbano con el apoyo iraní.

A estas acusaciones el ministro de Exteriores iraní, Bahram Qasemí, respondió, a través de un comunicado, que Irán "respetaba la independencia y la estabilidad de Líbano" y afirmó que las acusaciones de Hariri contra Irán eran otra muestra de "un nuevo plan para crear tensiones en la región".