El presidente palestino, Yasir Arafat, intentó ayer apagar el incendio en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) destituyendo a su primo Musa Arafat como jefe de la seguridad general en la franja de Gaza y Cisjordania y sustituyéndolo por el general Abdelrazik Majaide, que hasta el sábado --día en que Musa fue nombrado para su efímero cargo-- ostentaba el puesto de responsable de la seguridad en Gaza. Un burdo truco de prestidigitador que no contenta a nadie, ni siquiera al primer ministro palestino, Ahmed Qurei (alias Abú Alá ), que ayer insistió en que mantiene su dimisión y exigió a Arafat que acelere las reformas.

Majaide --un fiel entre los fieles de Arafat-- ha tardado tres días en encontrar trabajo. Tendrá por debajo en el escalafón a Musa, encargado desde ayer de la seguridad en la franja de Gaza. Una forma de contentar a los milicianos que a tiros han protestado contra el nombramiento del primísimo --un símbolo de la corrupción de la ANP-- sin perder autoridad. El problema para Arafat es que Majaide también es escasamente popular en Gaza y que su primo continúa en un alto cargo. De ahí que las Brigadas de Mártires de Al Aqsa dijeran ayer que la decisión pretende "evitar las reformas".

VIOLENCIA ENTRE FACCIONES Difícilmente, pues, el nombramiento de Arafat cerrará la crisis en la franja de Gaza, que ya ha vivido episodios de violencia entre facciones palestinas que pueden repetirse en cualquier momento. En esta crisis, las luchas de poder entre la vieja y la nueva guardia palestina se mezclan con los deseos de reformas de una parte de Al Fatah, con las aspiraciones de las facciones armadas cara a la evacuación israelí y, sobre todo, con las ambiciones políticas y económicas del auténtico hombre fuerte en Gaza, con el permiso de Hamas: el exministro de Seguridad Interior Mohammed Dahlan. Al caos tampoco es ajeno, como recordaba estos días el diputado israelí Yossi Beilin, la destrucción sistemática de las instalaciones de la ANP en la franja que ha efectuado Israel desde el inicio de la Intifada.

Si en Gaza Arafat ha puesto un parche a la hemorragia, en Ramala la crisis sigue abierta en canal. Qurei y su Consejo de Ministros se reunieron ayer de urgencia para concluir que todo sigue igual. El primer ministro palestino sigue siendo un primer ministro cuya dimisión el presidente ha rechazado, y la única novedad es que, según confesión de él mismo, "varios ministros se oponen a la renuncia".

Qurei urgió a Arafat a "poner fin al caos bajo la premisa de nombrar a la persona adecuada para el puesto adecuado".