Una gran bandera jordana ondeaba ayer en el Hotel Hyatt de Ammán. A pie de calle, los trabajadores del establecimiento limpiaban escombros y acumulaban cristales rotos bajo la mirada de la policía jordana, fuertemente pertrechada con cascos, chalecos anti-balas y fusiles.

Un cordón amarillo en el que se leía "Escenario del crimen" marcaba el perímetro de lo que poco antes había sido un infierno de fuego, sangre y lágrimas. En la calzada, miles de jordanos se manifestaban ante el hotel para repudiar la última matanza perpetrada por su compatriota Abú Musab al Zarqaui.

Cordón policial

"Arde en el infierno, Abú Musab al Zarqaui". Frente al cordón amarillo que rodeaba la entrada del Hotel Radisson, centenares de jóvenes insultaban al terrorista. Apenas cinco minutos a pie separan a los dos hoteles, y los jordanos cubrieron ayer este trayecto como si se tratara de una romería. Tenían sus símbolos --la bandera jordana y la kufiya roja y blanca--, su referente --las fotografías del rey Abdalá estaban por todas partes--, sus cánticos --el clásico árabe "Con nuestra alma y nuestra sangre nos sacrificaremos por ti, Abú Hussein el rey Abdalá", "Asesino Zarqaui" o "¡Paz, paz, imbécil Zarqaui"-- y sus pancartas: "Este es el 11-S de Jordania" o "Los terroristas pueden arruinar una boda, pero no acabarán con Jordania".

La boda era la de Ashraf al Ajras y Nadia al Alami. Los novios celebraban el banquete en un salón del Radisson, el lugar que el suicida eligió sembrar de muerte. "Es una tragedia", decía ayer Ashraf, quien junto a su mujer perdió a 10 parientes --entre ellos, sus respectivos padres-- el día que debería haber sido el más feliz de sus vidas.

Salvaron la vida de milagro cuatro turistas españoles, quienes fueron a ver cómo era una boda jordana y se fueron del comedor por una puerta mientras el terrorista entraba por la otra.

"Uno de los suicidas tenía acento iraquí". Es uno de los rumores del día. El otro, que Israel evacuó a sus ciudadanos una hora antes del atentado. Como otros países árabes, los jordanos culpan a otros árabes y buscan conspiraciones israelís.

Israel desmintió la supuesta evacuación, y puede que sea verdad que alguno de los suicidas, o los tres, fueran iraquís. Pero el cerebro de la operación, Abú Musab al Zarqaui, nació y creció a 30 kilómetros de Ammán.