El presidente argentino Néstor Kirchner vio ayer fortalecido su poder después de las elecciones en las que se renovaron parcialmente las cámaras de diputados y senadores nacionales y provinciales, así como las legislaturas municipales.

No es un dato de poca importancia haber llegado al poder en el 2003 con el 22% de los votos y, según los primeros sondeos extraoficiales, duplicarlos dos años más tarde. Muchos argentinos premiaron a Kirchner por la estabilidad y el crecimiento económico. Otros, por su política en materia de derechos humanos. Lo cierto es que, a partir de diciembre, el presidente tendrá en el Congreso Nacional un firme apoyo. Si bien quedó lejos de la anhelada mayoría automática, las elecciones lo dejan en mejores condiciones para llevar adelante sus proyectos sobre la base de alianzas coyunturales.

DISTRITO PROBLEMATICO El llamado kirchnerismo se impuso ampliamente en la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante y problemático del país, por sus grandes desigualdades sociales. De acuerdo con datos extraoficiales, la primera dama, Cristina Kirchner, venció a Hilda González Chiche Duhalde, esposa del exmandatario, Eduardo Duhalde, por más de 20 puntos de distancia. La agria disputa pública entre los dos matrimonios hasta hace poco aliados fue uno de los escasos aderezos de una insípida campaña electoral.

Por otra parte, los candidatos del Gobierno parecían obtener el segundo lugar en la estratégica capital federal. Sin embargo, allí emergió como ganador de las elecciones Mauricio Macri, un empresario que maneja el club de fútbol Boca Juniors y que se presentó al frente de una coalición de centroderecha (PRO).

Macri es el heredero del imperio económico Socma, fundado por su padre, Franco, y que floreció durante la última dictadura (1976-83) y bajo la presidencia de Carlos Menem al amparo de los negocios con el Estado. Kirchner le retiró hace dos años la concesión de Correos por no cumplir las obligaciones contractuales.

Entre tanto, los esfuerzos presidenciales para impedir una caída en Santa Fe, la segunda provincia en importancia del país, no parecían haber tenido los resultados esperados. Siempre según datos extraoficiales, el socialismo moderado, de la mano de Hermes Binner, le propinó una histórica derrota al peronismo (partido en el poder).

Las elecciones de ayer fueron peculiares en más de un sentido. Los peronistas se presentaron a las elecciones como cuatro facciones diferentes. La línea principal (el Frente para la Victoria) responde al presidente. Otra, a Duhalde. La tercera a Menem, que perdió por vez primera una elección en La Rioja, su provincia natal, pero que, con un poco de suerte, podría acceder a un escaño en el Senado. La cuarta de las facciones la encabeza Adolfo Rodríguez Saa, el efímero presidente que en los turbios días de la crisis de diciembre del 2001 suspendió los pagos de la deuda externa. Saa es una de las "renovaciones" del Congreso, junto a otros cuestionados caciques peronistas.

Kirchner ya debe estar pensando en el día siguiente a su triunfo electoral. Varios asuntos candentes están en la agenda del jefe de Gobierno de Argentina. La inflación está desbocada y puede llegar durante este ejercicio al 12%, un hecho que ya desencadenó numerosos conflictos sindicales en un país que tiene uno de los niveles más regresivos de distribución de la riqueza.

DISCUSION CON EL FMI De otro lado, se espera que llegue el momento de una discusión con las empresas privatizadas que controlan los servicios públicos y con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Así, según anticipó el rotativo La Nación, sea cual fuere el alcance de la victoria, "a Kirchner le aguarda un país tan brioso como complicado".