El primer ministro israelí, Ariel Sharon, afronta la que a juicio de muchos analistas es la peor crisis política desde que asumió el cargo. Derrotado en referendo por su propio partido, el Likud, Sharon intenta ahora que su Gobierno apruebe la nueva versión de su plan de separación unilateral de los palestinos, que incluye la evacuación de todos los asentamientos de Gaza y de cuatro de los 120 de Cisjordania. Pero su situación en el Ejecutivo es de minoría, por lo que Sharon decidió ayer retrasar una semana la votación del plan y amenazar con el cese a los ministros que no le apoyen.

En una reunión de siete horas del Consejo de Ministros, Sharon amenazó con tomar "medidas sin precedentes" para aprobar el plan. "Estoy comprometido a lograr la aprobación de este plan incluso si ello me fuerza a cambiar la composición de mi Gobierno", dijo el primer ministro, en una clara advertencia.