Esta vez sin hoz ni martillo que los adornara, ni una multitud de cubanos con banderitas rojas del proletariado dándoles la bienvenida, entraron ayer en la bahía de La Habana tres buques de guerra rusos en son de paz. Ante las miradas sorprendidas, tranquilas y curiosas de los habaneros, que transitaban por la avenida del Puerto y algunos subidos en el muro del Malecón, abrió la marcha el cazasubmarinos Almirante Chabanenko, hasta anclar en la terminal Sierra Maestra, destinada cotidianamente al atraque de cruceros. Fue seguido de las naves de apoyo, el Iván Bubnov y el SB-406.

Después de navegar por el mar de las Antillas, efectuar maniobras conjuntas con la Armada venezolana (solo el Chabanenko ), y una escala humanitaria en Nicaragua, estos barcos llegan a aguas cubanas por primera vez desde que se disolvió la Unión Soviética en 1991 y terminaron los años de amor entre Moscú y La Habana. Ahora la relación con Rusia vuelve a ir al alza y ya es el tercer socio comercial de Cuba, tras Venezuela y China.

Los medios de prensa cubanos han dado un bajo perfil a esta visita, al menos hasta ahora --Granma, órgano oficial del Partido Comunista, lo anunció solo ayer al final de su segunda página, sin calificativo alguno, y los noticieros de televisión lo pasaron totalmente por alto, incluso en el matutino de ayer. Además, la visita ha coincidido con la ausencia del presidente, Raúl Castro, que está en Brasil. Tampoco pudo estar en la llegada de la flotilla rusa su hermano Fidel, que prosigue en su lecho de enfermo desde hace casi 30 meses. Los buques de guerra estarán en Cuba hasta el próximo día 23.

Ni siquiera los que viven y trabajan en las inmediaciones del puerto sabían nada sobre el inusitado desembarco ruso. La noticia corrió a raíz del despliegue de la policía, la presencia de la prensa acreditada y, sobre todo, cuando se oyeron las salvas de artillería y apareció el buque gris por la bocana del puerto.

"Yo no sé nada de esos barcos que están entrando. Si son rusos, debe ser para asustar un poco a los estadounidenses", afirmó Agustín, un jubilado de más de 60 años que viene cada día por el malecón habanero "a matar el tiempo". Se refería a que estas naves atracadas en la bahía de la capital cubana constituyen una clara señal, en el lenguaje de la guerra fría, destinada a Barack Obama, el presidente electo que está por llegar a la Casa Blanca.

Según Gustavo, empleado en uno de los restaurantes en divisas de La Habana Vieja, "ese es el estilo de Fidel, que está siguiendo Raúl: el de subirle la presión a los estadounidenses. Si quieren hablar, hablamos; y si no, ahí vuelven los rusos". Es de suponer que se refiere a que la flotilla no vino sola. Hace tres semanas llegó el jefe del Kremlin, Dmitri Medvedev, en su primera visita a Cuba, precedida por las de varios militares rusos de alto rango.

50 AÑOS DE COLABORACION La presencia militar rusa en Cuba se inició tras la victoria de la Revolución cubana en 1959. Los militares rusos permanecieron en Cuba hasta la caída de la Unión Soviética en 1991. Rusia tuvo una base de submarinos en Cienfuegos y un centro de espionaje cerca de La Habana, conocido como Lourdes.