El debate sobre la identidad nacional lanzado con gran pompa por el Gobierno francés se ha girado como un bumerán contra su promotor. El encadenamiento de polémicas ha convertido la reflexión en una agria disputa sobre la presencia del islam. Una pesadilla a la que cada vez más voces --tanto de la izquierda como de la derecha-- piden poner fin, mientras una comisión del Parlamento ultima los trabajos para decidir si debe prohibirse el burka, el velo integral que utilizan unas 2.000 musulmanas integristas en Francia.

La controversia sobre los minaretes en Suiza, la petición de Nicolas Sarkozy a los musulmanes de evitar la "ostentación" y los deslices de miembros del Gobierno han sido percibidos por los musulmanes --más de cinco millones en Francia-- como una estigmatización del islam. "El debate se ha convertido en una fuente de desahogo que escapa a todo control", dice Yazid Sabeg, comisario del Ejecutivo para la diversidad e igualdad de oportunidades, sobre las alusiones racistas recibidas en la web creada por el Ministerio de Inmigración para fomentar la participación ciudadana. "Hay que poner límites, liberar ciertos pensamientos puede ser peligroso para la República y para la convivencia", advierte la secretaria de Estado Fadela Amara. "Atiza los bajos instintos", afirma el diputado conservador François Baroin.

LOS DIARIOS SE SUMAN Estas son algunas de las voces que, desde las filas del Gobierno, han empezado a sumarse al clamor que reclama la suspensión del debate. En la izquierda, incluso los que inicialmente no se opusieron a abordar el asunto, como el diario Libération , pedían ayer que se anule una discusión sembrada de minas y a cuatro meses de las elecciones regionales.

La editorial de Le Monde solicita a Sarkozy que reconozca su "error" y corrija el tiro a la vista de que el debate lanzado hace seis semanas para "reafirmar los valores republicanos y el orgullo de ser francés" se ha "torcido".

La tensión en el frente identitario ha contaminado el debate que realiza en paralelo el Parlamento sobre el burka, que ayer cerró la fase de consultas con la audición de los ministros de Interior, Brice Hortefeux, de Inmigración, Eric Besson y el de Trabajo, Xavier Darcos. Sus intervenciones mostraron la división en el Gobierno sobre la necesidad de prohibir esta prenda.

Mientras algunos juzgan necesario legislar para desterrar un símbolo de sumisión de la mujer que atenta contra los valores de la República, otros prefieren limitar la prohibición a los servicios públicos y otros optan por una resolución contraria que evite un enfrentamiento con la comunidad musulmana.