17 años de investigaciones sobre tramas mafiosas, intrigas internacionales, cientos de teorías y el trabajo de varias comisiones investigadoras no han logrado descubrir al asesino del primer ministro sueco, Olof Palme (foto).

El 28 de febrero de 1986, Palme fue asesinado a tiros en Estocolmo cuando salía del cine acompañado por su mujer y sin escoltas. El único sospechoso, Christer Pettersson, de los bajos fondos suecos, fue acusado y condenado por el crimen. Tras un nuevo juicio, fue puesto en libertad por falta de pruebas. Nunca se encontró el arma homicida, un revólver Magnum 357, pero desde entonces --el asesinato no prescribe en Suecia--, se sigue buscando al criminal.

La trama kurda que supuestamente implicaba al Partido de los Trabajadores del Kurdistán en la muerte de Palme también fue investigada, pero no se lograron pruebas. Con igual resultado finalizó la investigación de mafias y bajos fondos suecos: un preso que murió en 1993 dijo en su testamento que él había ordenado matarle.