La Villa Certosa actual, junto con su parque, ocupa 500.000 metros cuadrados. Algo así como unos 714 campos de fútbol reglamentarios. Pero su extensión exacta es un misterio, como todo lo que rodea la mansión, declarada secreto de Estado: cuando Silvio Berlusconi es jefe del Ejecutivo constituye una sucursal de la Presidencia del Gobierno. Los cronistas de Cerdeña, donde está la villa, le atribuyen 1.200.000 metros cuadrados.

El dueño anterior a Berlusconi fue Flavio Carboni, persona relacionada con los servicios secretos, con la logia masónica P2, con la muerte del banquero Roberto Calvi y con la mafia siciliana de la Cosa Nostra. En el lugar había praderas y bosque, donde los pastores llevaban sus ovejas y cabras, y en el paraje se levantaba una sencilla masía y algunos establos. Carboni, que tenía una inmobiliaria, transformó el lugar y en los años en los que en Roma gobernaba el socialista Bettino Craxi dedicó un ala del edificio de mil metros cuadrados al ilustre huésped.

Tras la llegada de Berlusconi, empezaron las obras, todas ellas comenzadas y algunas terminadas antes de lograr los permisos correspondientes, según reconstruyó el periodista y escritor Gian Antonio Stella. Esta circunstancia disparó muchas denuncias de colectivos ecologistas, del gobierno autónomo, de la fiscalía de Tempio Pausania, bajo cuya demarcación judicial cae el territorio, y de ciudadanos comunes. Los sardos son gente hospitalaria y a la vez huraña.

Carlo Giovanardi, ministro para las relaciones con el Parlamento, salió al paso de las dudas y declaró en el Congreso que "todas las obras efectuadas han sido siempre regularmente autorizadas". Sin embargo, las piscinas, que fueron autorizadas en diciembre del 2003, ya habían sido terminadas e inauguradas el mes anterior. Lo mismo sucedió con una docena de otras obras y, cuando los magistrados pedían planos y proyectos para examinarlos, los abogados de Berlusconi solo se los dejaban mirar, sin ni siquiera sacar una fotocopia.

Pero, con los años, todas las ilegalidades fueron amnistiadas, la morada declarada secreto de Estado y, así, se ha convertido en la mansión más conocida de la Costa Esmeralda, el lugar más bello y espectacular de la isla de Cerdeña. Berlusconi dice que "de todo el Mediterráneo". Muchos pudientes venidos de todas partes del mundo cuentan con una villa en esta costa norte de la isla, descubierta al tursimo en los años 60 por el Aga Khan.

El titular es una sociedad, Idra Immobiliare, fundada en 1977. Cuenta con cinco consejeros y tres administradores. La sociedad ha concedido a Berlusconi, único inquilino, el uso gratuito. Una parte de las obras corrieron a cargo de una de las empresas de Pietro Lunardi, que a la sazón era también ministro de Obras Públicas de Berlusconi, por lo que él mismo debía conceder algunos de los permisos, ya que se trataba de una obra estratégica de carácter nacional.

Dentro de aquella extensión, mayor que la de una ciudad mediana, se encuentra la villa, de 2.500 metros cuadrados, de construcción baja y formada por varios cuerpos que se comunican entre sí. En el parque también se pueden divisar casitas para el personal de vigilancia, huéspedes y servicio.

Desde el mar se puede acceder a la casa pasando por un túnel que parte del muelle, sobre el que se han escrito fábulas, como que fue construido a prueba de bombas, que lleva a un refugio antiatómico y que pueden atracar submarinos. En las fotos que se han publicado, se apean solo chicas jóvenes, acompañadas por agentes de seguridad.

Antes de que la casa pasase a formar parte de la lista de los secretos nacionales, sus interiores habían salido publicados --sin especificar que era la segunda residencia de Berlusconi-- en el libro Villas exclusivas&resorts , en el que Giancarlo Gardin retrata las maravillas hechas por el arquitecto y paisajista Gianni Gamondi. La sensación que transmitían las imágenes era de suntuosidad y refinamiento. Por ejemplo, en uno de los cuartos de baño reinaba una sobria bañera encarada a una pared de cristales polarizados con vistas a la mar.

Piscina de talasoterapia

El diario Il Foglio , fundado y dirigido por Gianni Ferrara --excomunista que se pasó a las filas de Berlusconi, de quien fue ministro-- comparó Villa Certosa con la legendaria Domus Jovis que Tiberio se hizo construir en la isla de Capri, desde la que gobernaba el imperio y se comunicaba con Roma a través de una serie de señales luminosas.

El parque que lo rodea y que llega hasta el mar incluye varias atracciones que probablemente retraten la personalidad de Berlusconi. En Cerdeña no hay cactus, pero uno de los jardines tiene más de 2.000. Hay seis piscinas, cinco de las que están conectadas y distribuidas en desniveles hacia el mar. Son de agua salada y dulce, útil para curas de talasoterapia.

El anfiteatro, de estilo grecorromano y con capacidad para 400 personas, ha sido construido con 5.000 toneladas de granito sacado de la zona del río Nilo, en Egipto, según informaciones no oficiales. En el hemiciclo ha actuado Mariano Apicella, napolitano y preferido de Berlusconi, con el que ha grabado varios discos. Pero también toda suerte de actores, actrices, grupos y bailarines, bailaores incluidos. Hay quien jura que también ha albergado luchas entre gladiadores. Seguramente, Vladimir Putin, José María Aznar, Jacques Chirac, Georges Bush y Tony Blair, así como algunos millonarios rusos, jefes de gobierno y ministros de varios países, han asistido a los espectáculos allí celebrados.

En Cerdeña no hay menires ni dólmenes, pero en Villa Certosa hay algunos, así como nuraghi (casas prehistóricas sardas). Una de las atracciones del parque es un montículo-mirador, llamada por Berlusconi --la colina de los pensamientos--, rematada con olivos y un banco desde el que se puede contemplar el paisaje, seguramente estremecedor, del norte de la isla. En uno de los terraplenes bajos hay un campo de fútbol, en el que han sorteado balones los agraciados huéspedes del Milan, propiedad de Berlusconi. Un poco más allá se levanta un naranjal y, en un lugar estratégico, se alza incluso un volcán del que, en ocasiones, salen disparados hacia el cielo lavas y cenizas bajo forma de fuegos artificiales. Aseguran que se trata de un verdadero espectáculo. El lugar comprende también un generoso campo de rosas, y una singular estatua, mitad mujer y mitad caballo que podría prestarse a consideraciones un tanto freudianas.

Para regar este inmenso jardín y, a su vez, abastecer de suministro a la mansión, se necesitan unos 200.000 metros cúbicos de agua al año, según consta en los papeles de la fiscalía de Tempio Pausania. Y eso sucede en una isla donde los habitantes suelen tener que buscar agua bajo tierra, hasta unos 50 y 70 metros de profundidad, y servirse de pozos. Sin embargo, para no influir en la crónica sequedad insular, Berlusconi mandó construir una desalinizadora.

Villa Certosa, además, está en buena compañía, porque, con los años, Berlusconi y sus familiares han comprado las colindantes Villa Minerva, El Monasterio y otra más. "La venderé", dijo días atrás, en medio del culebrón sobre sus andanzas sexuales. "Siento como si hubiesen entrado los ladrones, como si la hubiesen profanado". Al cabo de pocas horas dio marcha atrás y dijo que no lo había dicho.