Un joven teniente de Marina "considerablemente angustiado" por su futuro, encargado de entregar un paquete en la Casa Blanca. Un hombre alto y distinguido, "25 o 30 años mayor", con traje oscuro y maletín que acude a recogerlo. Son los dos protagonistas del "encuentro accidental" que daría pie, una noche de 1970, al inicio de una relación "crucial" para desentrañar el caso Watergate : Bob Woodward, futuro reportero del The Washington Post , y Mark Felt, alias Garganta profunda .

"Su interés en mí parecía algo paternal", narró ayer en el Post el propio Woodward, al desgranar sus recuerdos de aquel primer encuentro con Felt, del que salió con su teléfono directo en el FBI. Por aquel entonces, Woodward no sabía aún que trabajaría para el Post ni que consultaría sus primeras historias con Felt, quien poco a poco se fue convirtiendo en su guía, sobre todo después de que Woodward se licenciara de la Marina, en agosto de 1970. "Nos íbamos haciendo amigos, él era mi mentor... y yo le pedía consejo", explica en el reportaje Woodward, que el próximo julio sacará un libro en el que explicará aún con más detalle su relación con Felt.

Woodward fracasó "estrepitosamente" en sus dos primeras semanas de prueba en The Washington Post , pero no tiró la toalla. Comenzó a trabajar en un periódico semanal de Maryland, el Montgomery Sentinel . "Durante el año que pasé en el Sentinel , me mantuve en contacto telefónico con Felt, a través de su oficina y de su casa", explica ahora. Así es como fue comprobando que su mentor consideraba "corrupta y siniestra" la Casa Blanca de Richard Nixon. "Hay pocas dudas de que Felt pensaba que en el equipo de Nixon eran nazis", dice Woodward.

Ascenso en el FBI

Un año antes de comenzar el Watergate, el 1 de julio de 1971, Felt fue ascendido al tercer cargo más importante del FBI, supervisor de todos los asuntos diarios de la agencia. Un mes después, Woodward fue contratado por el Post y la importancia de un contacto tan alto como Felt aumentó. Viejo zorro como era, Felt sentó entonces las bases de la relación: el joven reportero no revelaría nunca que se conocían o de qué hablaban.

Felt "despreciaba la Casa Blanca de Nixon y sus esfuerzos por manipular al FBI", narra Woodward. Además, "había quedado destruido" cuando el presidente nombró a uno de sus leales, Patrick Gray, para suceder como director a Edgar Hoover tras su fallecimiento, en mayo de 1972. Era un puesto que Felt anhelaba y no ocultó su "inmenso disgusto".

Así, cuando estalló "el monstruo de muchas cabezas del Watergate", como lo llama Woodward, en junio de ese año, la relación entre ambos estaba madura. "Ese fue el momento en que una fuente o un amigo en las agencias de investigación del Gobierno no tiene precio", dice Woodward, que desde el primer momento contrastó con Felt lo que iba averiguando sobre el asalto a las oficinas del comité nacional del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington, que derivaría dos años después en la dimisión del presidente Nixon.

Pero Felt, que durante la segunda guerra mundial había trabajado como espía para el FBI, no quería dejar ningún cabo suelto que pudiera conducir hasta él. Diseñó un sistema para verse con el reportero, pero sin ser detectados por nadie.

"Acordamos que, cuando yo quería que nos viéramos, yo movería la maceta con la bandera roja que tenía en el frontal del balcón a la parte trasera", explica Woodward. El encuentro sería "esa misma noche, hacia las dos de la madrugada, en el último piso del garaje subterráneo del Puente Key en Rosslyn", continúa.

Una señal en el ´Times´

Cuando era Felt quien quería una reunión, el método era una señal en el The New York Times que entregaban a Woodward en su casa. "La página 20 estaría rodeada por un círculo, y en su parte inferior las manillas de un reloj indicarían la hora de la reunión en el párking".

Treinta años después, Woodward piensa que Felt "toleraba" su "agresividad porque él había sido así de joven". Aunque en los años del Watergate no se cuestionó los motivos por los que su fuente se movía, comenzó a hacerlo tras la dimisión de Nixon, en 1974. "Felt creía que estaba protegiendo al FBI al encontrar una forma, aunque fuera clandestina, de contribuir a aumentar la presión popular y política para exigir responsabilidades a Nixon", afirma el periodista.