La sensación de anarquía y descontrol en Pakistán se acrecentó ayer después de que una docena de hombres armados abrieran fuego en Lahore, ciudad paquistaní próxima a la frontera con la India, contra un autobús en el que viajaba el equipo de críquet de Sri Lanka.

El ataque, con grandes similitudes con el reciente asalto terrorista contra Bombay, causó ocho muertos y seis heridos. La sangre fría del conductor del vehículo, Mehar Mohammad Khalil, que pisó el acelerador nada más oír los disparos, evitó una matanza entre las filas del equipo, algunos de cuyos integrantes resultaron heridos leves.

"Los terroristas estaban bien entrenados", puntualizó el gobernador de la provincia de Punjab, Salman Taseer, a la prensa. El presidente Asif Alí Zardari, así como el primer ministro Yusif Raza Guilani, condenaron el atentado y llamaron por teléfono al presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajaspaksa, para expresarle sus condolencias.