Decenas de cuerpos, inertes o que luchaban para no ahogarse, yacían hoy en las calles de la localidad siria de Jan Sheijún (provincia de Idlib), una zona controlada por grupos rebeldes y yihadistas.

Un bombardeo con armas químicas ha matado a al menos cien personas, entre ellas varios niños, y ha herido a decenas, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una organización no gubernamental con sede en Londres y activistas en Siria.

Grupos opositores sirios y gobiernos como el de EEUU y Francia han acusado a Damasco de la masacre, que ha provocado indignación internacional y se ha producido unos días después de que Washington anunciara que “retirar al (presidente sirio, Bashar) al Asad ya no es una prioridad”.

La administración de Donald Trump ha condenado “las atroces acciones del régimen de Asad”, pero ha aprovechado para arremeter contra el anterior presidente estadounidense, Barack Obama, culpándolo del ataque.

“Esto es consecuencia de la debilidad y falta de resolución de la última administración. El presidente Obama dijo en el 2012 que establecería una línea roja contra el uso de armas químicas y luego no hizo nada”, ha afirmado el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

El régimen sirio no se ha pronunciado sobre la matanza, pero una fuente militar oficial ha asegurado que el ejército del país “no usa y no ha usado” armas químicas “ni en el pasado ni en el futuro”.

El director del OSDH, Rami Abdel Rahman, ha señalado que no dispone de información suficiente para determinar la naturaleza del producto tóxico usado en el bombardeo. No obstante, el Centro de Medios de Idlib indicó que se trataba de gas sarín, considerado veinte veces más mortífero que el cianuro.

El OSDH ha dicho que no puede determinar quién cometió el ataque, pero apuntó a las aviaciones de Siria y Rusia, principal aliado de Damasco. Los dos países han atacado regularmente la provincia de Idlib, que también es objetivo de la coalición internacional contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), liderada por EEUU.

El Gobierno sirio ha desmentido a menudo el uso de armas químicas y ha acusado a las fuerzas rebeldes de utilizarlas. Rusia ha negado rotundamente ser la autora del bombardeo. "Los aviones de las Fuerzas Aéreas de Rusia no han efectuado ningún ataque en la zona en torno a Jan Shijún", declaró el ministerio de Defensa ruso en un comunicado.

Cuando los heridos en el ataque eran atendidos en el hospital Al Rahma de Jan Shijún, el edificio ha sido bombardeado, según testigos. Además, han atacado un centro de la Defensa Civil Siria (cascos blancos), que presta labores de rescate en áreas fuera del control del Gobierno.

El jefe negociador de la oposición siria, Mohammad Sabra, ha declarado que el ataque “pone en entredicho el proceso de paz (entre el régimen de Asad y la oposición)”. “Si la ONU es incapaz de impedir que el régimen cometa estos crímenes, ¿cómo logrará que tenga éxito un proceso político para una transición (en Siria)?”, ha dicho Sabra, que representó a la oposición en la última ronda de negociaciones en Ginebra, el mes pasado.

La Coalición Nacional Siria, que agrupa a fuerzas opositoras, ha acusado a Asad del ataque y ha solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Francia ha secundado la petición y el encuentro se celebrará mañana.

El presidente francés, François Hollande, ha culpado a Damasco de la matanza sin tapujos. “Una vez más, el régimen sirio negará la evidencia de su responsabilidad en esta masacre. Como en el 2013, Bashar al Asad cuenta con la complicidad de sus aliados para actuar con impunidad”, ha afirmado Hollande.

La alta representante de la UE para la Política Exterior, Federica Mogherini, ha atribuido una "responsabilidad objetiva" al régimen sirio, aunque ha matizado que la UE aún no tiene "pruebas" sobre lo ocurrido.

Mogherini ha indicado que se pedirán responsabilidades sobre los hechos mañana, en una conferencia internacional sobre Siria en Bruselas.

La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha expresado su "grave preocupación" por la masacre.

Este organismo supervisó la entrega del arsenal químico de Damasco tras el acuerdo que alcanzaron EEUU y Rusia en el 2013, después de un ataque químico en Guta (Damasco) que causó 1.400 muertos, según Washington.