Las fisuras empiezan a aparecer en el Gobierno interino iraquí a cuenta de la insurrección shií en Nayaf y las operaciones del Ejército de EEUU para sofocarla. El vicepresidente iraquí, Ibrahim al Yafari, pidió ayer a la fuerza multinacional que deje la ciudad santa para acabar con la violencia, justamente la táctica contraria que ha puesto en marcha el primer ministro, Iyad Alaui, quien pidió ayuda a EEUU para acabar con una rebelión que ayer cumplió su séptimo día. Mientras, en una nueva muestra de la diarrea demagógica de Moktada al Sadr, el cabecilla de los insurgentes pidió a sus leales que luchen aunque él "muera o caiga como un mártir".

"Llamo a las fuerzas multinacionales a salir de Nayaf y que allí permanezcan únicamente las fuerzas iraquís", declaró Al Yafari a la televisión Al Jazira. Yafari dijo que el Gobierno interino y la milicia de Sadr deben mantener "abiertos los puentes políticos" y sólo recurrir al empleo de medios "extraordinarios" si los rebeldes se niegan a dialogar y siguen luchando. Alaui, no obstante, se trasladó el domingo a Nayaf y pidió a la milicia que depusiera las armas.

GUARDIA NACIONAL IRAQUI Yafari se desmarcó de la posición oficial horas antes de que los militares estadounidenses explicaran que están trabajando, junto con la Guardia Nacional iraquí, "para constituir la fuerza que dirigirá el asalto" de las posiciones de los rebeldes shiís en la ciudad santa, es decir, el cementerio (de 15 kilómetros cuadrados) y el mausoleo del imán Alí, el lugar más sagrado para los shiís de todo el mundo. Y es ese asalto, probablemente, lo que teme el vicepresidente y también el Ejército de EEUU, que ayer por la tarde decidió frenar la operación, según la edición electrónica The New York Times . "Los preparativos están tomando más tiempo de lo que pensábamos", dijo el mayor David Holahan. "Nunca hemos dicho cuándo la vamos a lanzar", añadió.

Si el mausoleo resultara seriamente dañado (en otras ocasiones ha sufrido daños menores), la rebelión no sólo se extendería aún más por el país sino que enfurecería a los shiís de todo el mundo y las consecuencias a medio plazo serían catastróficas. Entonces, se buscaría al culpable de semejante sacrilegio y todo apuntaría al Gobierno iraquí y su doblegamiento al Ejército de EEUU. Un portavoz de Sadr amenazó ayer a Washington con volar todos los oleoductos de Nayaf si lanza el asalto definitivo.

Pero los disgustos a Alaui no sólo le vinieron de su Gobierno. En Nasiriya, miles de personas se manifestaron a favor de Sadr e incendiaron las oficinas del partido del primer ministro en la ciudad. En Faluya, dos milicianos murieron en combates con las tropas de EEUU tras semanas en calma. Una cincuentena de personas murieron entre el martes y ayer en varias ciudades, entre ellas Bagdad, por los enfrentamientos entre shiís y los soldados del Reino Unido y EEUU.

Respecto a la ola de secuestros, una web colgó ayer un vídeo, que no ha podido ser autentificado, que muestra la decapitación de un occidental con un cartel en el pecho: "Agente de la CIA". La página no atribuye el asesinato a ningún grupo.

Mientras, el político Ahmed Chalabi volvió a Bagdad para afrontar la orden de busca y captura que lanzó el domingo el Tribunal Superior Penal por falsificación de moneda.