Un suicida que llevaba una potente carga adosada al cuerpo se mezcló ayer con un centenar de personas que acompañaban el féretro del dignatario shií Ahmed Hamid Banquer y se hizo estallar, causando la muerte de 37 personas y heridas a 40. Este ataque, el más sangriento del nuevo año, tuvo lugar en el cementerio de la ciudad de Muqdadiya, a unos 75 kilómetros al noreste de Bagdad, en pleno triángulo suní, feudo rebelde. No fue el único, sin embargo. Un total de 66 personas, contando a las víctimas del funeral, murieron en atentados de la resistencia.

Uno de los ataques, con cuatro muertos, tuvo particular importancia por su incidencia en la vida cotidiana. Un convoy que transportaba 60 tanques de combustible cayó en una emboscada al norte de Bagdad y perdió la tercera parte de su carga.

ABASTECIMIENTO El convoy transportaba combustible hacia Bagdad para paliar la escasez causada por el reciente cierre de la refinería de Beiji, al norte de la capital, que cesó de bombear durante días debido a las amenazas lanzadas por la insurgencia contra los conductores de los camiones cisterna. El grupo radical Ejército Islámico de Irak se atribuyó el ataque en internet.

Según datos oficiales hechos públicos ayer en Bagdad, más de 5.700 iraquís perdieron la vida en el 2005 en actos de violencia relacionada con la ocupación del país por las fuerzas extranjeras.

Estas cifras no desalentaron a George Bush, presidente de EEUU, quien ayer insistió en la creciente eficacia que el Ejército iraquí está adquiriendo en la batalla contra los insurgentes, y eso permitirá que en el 2006 se lleven a cabo nuevas reducciones de soldados. "A lo largo de este año, si los iraquís siguen progresando en el control de la seguridad y en aspectos políticos, podremos discutir nuevos ajustes con los dirigentes del futuro Gobierno iraquí", afirmó el presidente en una reunión del Pentágono.