El día de Navidad pudo haber terminado en tragedia en Estados Unidos después de que un joven de 23 años, de origen nigeriano y que asegura tener vínculos con la red terrorista Al Qaeda, intentara activar el viernes un pequeño artefacto a bordo de un avión de la compañía Northwest Airlines con 278 personas a bordo, que se disponía a iniciar la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto de Detroit, procedente de Amsterdam.

Gracias a la rápida intervención de algunos pasajeros y de parte de la tripulación, el atacante, identificado como Omar Faruk Abdul Mutalab, pudo ser inmovilizado y el aparato aterrizó sin mayores problemas. Pero el incidente ha hecho saltar todas las alarmas y supone un flagrante fallo en los ya de por sí férreos controles de seguridad.

Las autoridades estadounidenses calificaron inmediatamente el incidente como un "intento fallido de atentado". El presidente, Barack Obama, que desde el jueves disfruta de unos días de vacaciones en Hawái, estuvo informado en todo momento.

Cuando el piloto anunció el inicio de las maniobras de aproximación al aeropuerto, el atacante intentó hacer detonar lo que más tarde se confirmó que era un dispositivo incendiario más que un artefacto explosivo. Tras desatarse un pequeño fuego, algunos de los pasajeros se lanzaron sobre el nigeriano, que finalmente fue reducido. El aparato pudo finalmente aterrizar.

TRASLADO AL HOSPITAL Una vez en tierra, el Airbus A330 fue desviado hasta una zona alejada de la terminal. El atacante, que descendió del avión con las manos ya esposadas, tuvo que ser trasladado a un hospital cercano por las quemaduras que sufría, al igual que media decena de pasajeros, que fueron atendidos por los servicios de emergencia.

Una vez informado, el presidente Obama ordenó que se extremaran las medidas de seguridad y que se intensificaran los controles en los aeropuertos. La secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, anunció horas después que se introducirán nuevas medidas de seguridad y advirtió de que se pondrá una atención especial en los vuelos procedentes de otros países. "Los pasajeros internacionales pueden esperar medidas de seguridad complementarias. Pueden ser imprevisibles y no serán siempre iguales", señaló.

El autor del fallido atentado es hijo de Umaru Mutalab, un conocido banquero nigeriano que se declaró "turbado" por lo ocurrido y se puso en contacto con la policía. Omar Faruk Abdul Mutalab, había iniciado el viaje en Lagos en un vuelo de la compañía KLM, y enlazó en el aeropuerto de Schiphol (Amsterdam) con el vuelo 253 de Northwest. Citando fuentes de la lucha antiterrorista, varios medios estadounidenses aseguraban ayer que el atacante explicó a los agentes del FBI que estaba en contacto con grupos extremistas, que compró el explosivo en Yemen y que seguía las órdenes de la red de Osama bin Laden.

DUDAS Las autoridades no escondían ayer que hay muchas dudas sobre su versión, y la hipótesis que se maneja es que actuó solo. El nombre de Mutalab no está incluido en ninguna lista de miembros de organizaciones terroristas, según reveló el congresista Pete King, del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, aunque algunos medios aseguran que sí figuraba en un listado de personas a vigilar. El sospechoso es un estudiante de ingeniería del University College de Londres y su último domicilio era un apartamento valorado en 3,5 millones de euros en el centro de la capital británica.

Una vez pasada la confusión inicial, todas las partes implicadas empezaron a echar balones fuera. La compañía holandesa KLM declinó la responsabilidad y dijo que no estaba a cargo del control de pasajeros del vuelo que partió de Lagos. Omar Faruk viajaba con un visado en regla expedido por EEUU y KLM reveló que envió a EEUU los datos de todos los pasajeros del vuelo.

Tanto Nigeria como Holanda y Estados Unidos anunciaron ayer la apertura de investigaciones. Pero lo cierto es que el atacante pasó por varios controles de seguridad aeroportuarios sin que ningún agente se percatara de que llevaba sustancias incendiarias. Un hecho extraño, pues millones de pasajeros pasan cada día los controles descalzos y con los pantalones caídos por la falta del cinturón. Amén de las restricciones con los líquidos. Cada pasajero puede llevar actualmente una bolsa de plástico donde puede meter botes con una capacidad máxima de 100 mililitros por envase.