Cuatro personas murieron hoy en Somalia en un atentado contra un equipo de Médicos sin Fronteras (MSF) que trabajaba en la ciudad sureña de Kismayo, según informaron fuentes policiales. Los fallecidos son dos médicos, uno holandés y otro keniano, su su conductor somalí y un periodista local que pasaba por la zona cuando se produjo la explosión.

En un principio se barajó la posibilidad de que la explosión fuera causada por una mina al paso del vehículo de MSF, sin embargo fuentes policiales y testigos presenciales creen que se trató de un artefacto explosivo accionado a distancia. Un hombre que trabaja en una empresa de telecomunicaciones Nur Warsame dijo que nada más producirse la explosión vio a un hombre huyendo del lugar a toda carrera. Agregó que después de que estallara el artefacto se produjo un intercambio de disparos, de origen desconocido. "Después de varios minutos vimos los cuerpos de los asistentes sociales, dentro de su coche, y el de un periodista que estaba tirado en la acera", añadió Warsame.

El periodista fue identificado como Hassan Kafi Hared, un conocido periodista local que pasaba por casualidad por ese lugar. No se ha facilitado la identidad de las otras tres víctimas. El oficial de seguridad de Kismayo Omar Hassan dijo que es la primera vez que ocurre un atentado de este tipo contra organizaciones de asistencia internacionales que trabajan en Somalia. Ningún grupo se ha atribuido esta acción, que se produce semanas después de que el principal grupo de milicianos islámicos que opera en este país anunciara que las organizaciones que prestan asistencia en Somalia no eran el objetivo de sus acciones.

El equipo que sufrió el atentado pertenece a la delegación holandesa de MSF, una organización que también tiene otros profesionales europeos desplegados en este país, el más violento de África. El 26 de diciembre pasado, una médica española, Mercedes García, y una enfermera argentina, Pilar Bauza, fueron secuestradas en la ciudad de Bosaso, en el extremo norte del país, y liberadas el 2 de enero. Sus captores habían pedido un rescate.

El caso de hoy, sin embargo, no parece obra de delincuentes comunes, como el secuestro de las cooperantes, más bien puede atribuirse a grupos de milicianos que operan sin control de las autoridades. Desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, Somalia vive sin que un Gobierno central haya logrado imponer su autoridad, a merced de las luchas entre los distintos clanes o la propiciada por los combatientes islámicos.

Kismayo está controlada por el clan Marehan, cuyo principal líder es el "señor de la guerra" Barre Hirale, ex ministro de Defensa del Gobierno de transición. La ciudad portuaria se encuentra cerca de la península de Badbadow, donde los milicianos islámicos se refugiaron en enero de 2007 al ser desplazados de los territorios que controlaban por los miles de soldados etíopes que invadieron el mes anterior el país. anterior.

El pasado 9 de enero, Mujtar Robow Ali, conocido como Abu Mansor, y líder del grupo Alshabab, acusado de tener vínculos con Al Qaeda, declaró que sus milicianos no atacarán a las agencias de asistencia porque se dedican "a ayudar a la gente necesitada". "Alshabab no tiene en su agenda atacar a los asistentes sociales", señaló hoy Abu Mansor, una declaración que siembra dudas sobre la posibilidad de que el ataque que sufrió hoy el equipo de MSF sea responsabilidad de ese grupo.

El atentado puede poner en riesgo las operaciones de asistencia que realizan en Somalia organizaciones como MSF o agencias que dependen de la ONU, la principal fuente de ayuda para millones de somalíes que son víctimas del conflicto.