Más de una veintena de personas murieron ayer (23, según el último recuento hecho público) y unas 300 resultaron heridas en un ataque suicida en Lahore.

Un suicida hizo estallar la carga explosiva de su vehículo en las inmediaciones de un edificio de la policía antidisturbios, en una céntrica zona de la localidad. El edificio quedó destrozado y muchas personas se vieron atrapadas entre los escombros.

Nadie se atribuyó inicialmente el atentado, pero se produjo tras una serie de amenazas por parte de la insurgencia talibán, como respuesta a las operaciones militares en el caótico valle de Swat. "Creo que los elementos antipaquistanís que quieren desestabilizar nuestro país y vernos derrotados en Swat ahora han volcado su atención sobre nuestras ciudades", dijo el ministro de Interior Rehman Malik.

El ataque tuvo lugar durante la visita del general David Petraeus, jefe del comando central de EEUU, a las autoridades paquistanís en Islamabad. Fuentes oficiales dijeron que se utilizaron unos 100 kilos de explosivos.

El primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, y el presidente, Asif Alí Zardari, condenaron el ataque y ordenaron abrir una investigación. Al menos tres personas fueron detenidas. El atentado de ayer llega en medio de una operación militar a gran escala del Ejército contra la insurgencia talibán en el valle de Swat y otras zonas vecinas.